Lecciones de una foto

Hace unos días fue publicada la primera fotografía de un agujero negro captada en la historia de la humanidad. 

Se trata de un logro extraordinario que se vuelve más impactante cuando se conoce cómo se obtuvo. 

Dado que no existe un telescopio capaz de lograr tal proeza, se unieron los 8 más potentes del mundo para trabajar en equipo. 

Una sola imagen implicó la participación de 207 investigadores de 58 instituciones ubicadas en 18 países, incluyendo México, a través de la UNAM. ¿Qué nos deja como lección?

He venido sosteniendo la urgencia de hacer equipo para encarar y resolver los problemas que vive el país, nuestro estado y nuestra ciudad. 

Lo hago, porque estoy convencido de que los esfuerzos individuales nunca serán suficientes para alcanzar las metas más trascendentes. La foto del agujero negro es otra evidencia más de la importancia del trabajo colaborativo. 

Si los científicos, todos ellos de elevado grado académico, no tuvieran la humildad de reconocer que sus capacidades tienen límites y que, por lo tanto, necesitan del concurso de otros, seguiríamos teniendo que conformarnos con nuestra imaginación al hablar de agujeros negros. Ahora, ya todos vimos uno.

El logro se consigue, además, porque todos los que participaron tenían muy claro el objetivo. No estaban tras ocurrencias, sino que tenían la mira puesta en aquello que deseaban alcanzar y, además, estuvieron dispuestos a compartir, sin reservas, su conocimiento y sus recursos disponibles. 

Sabían, como lo han revelado, que sus posibilidades eran pocas; que tenían que ser muy eficientes en su trabajo y sumamente eficaces en su acción coordinada. ¿No es eso lo que nuestro país reclama?

La política debería operar como el trabajo de esos científicos que se basaron en conocimiento y no en supuestos ni fantasías; lo hicieron, persiguiendo objetivos claros que contribuyen al bien de su comunidad y del resto de la humanidad. 

Su éxito, además, motivará otros a seguir su camino y a prepararse al máximo para desplegar todo su potencial, estableciendo nuevas y más ambiciosas metas qué perseguir. ¡Claro que hay con qué! 

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