En los caminos que transites se cruzarán contigo personajes que tienen una importante lección. Por ello debemos apreciar a quienes pasan frente a nosotros, y con su ejemplo nos muestran las cosas importantes que le dan forma a la vida.
Ser ejemplo no es una elección, aún ocultándonos seremos una opción para quienes nos ven a la distancia, por ello, es fundamental reconocer a quienes dan buenos ejemplos en la vida, como León Martínez Bass.
El tío León, Coahuilense de cepa, originario del centro del estado, siempre tenía una palabra para quien se cruzaba en su camino, 87 años parecen una vida larga, y sin embargo, para quienes disfrutamos de su presencia en momentos importantes, nos parecen pocos al saber de su partida. Él siempre podía arrancar una carcajada, con las manos tomadas por la espalda, caminaba acompasadamente pensando en cosas importantes, aparentaba que sus pensamientos lo apartaban del entorno, que estaba ocupado en asuntos complejos, sin embargo, al observar a alguien, se ajustaba los lentes y con refinada educación saludaba cortésmente, con un buenos días o buenas tardes, irremediablemente te arrancaba un -¿Cómo estás?- que con contestaba con una formalidad irreprochable -¡Medio apendejado mijo! ¿Y tú? – Sin duda esa entre muchas frases perfectas, hacían que encontrarlo fuera una experiencia memorable, que empezaba con una sonrisa, y podía seguir indefinidamente. Siempre fue un hombre observador, aunque parecía concentrado tenía todos los detalles en la mente, platicar con el, era como tomar tres copas de vino, sin duda salías agradecido o cuando menos alegre. Un hombre grato por naturaleza, siempre claro cuando se le consultaba, quitando importancia a su experiencia te orientaba con precisión como quien le regala un dulce a un niño, sin complicaciones decía -yo ya no hago esto o aquello porque era muy complicado, pero hazle así o habla con “X” y él hace el trabajo o te dicen que hacer. –
Don León, era un hombre de equipo, el y su socia de vida, Elvirita, producían constantemente artículos maravillosos. Juntos construían fantasía en toda la extensión de la palabra porque llenaban de inspiración, y cuando trabajaban con otras personas, denotaban un ambiente que más que negocios, parecía el seno de una maravillosa familia. Tal vez no todo era miel sobre hojuelas, pero en donde ellos se mueven se respira afecto. Los tíos León y Elvira como han tapizado de buenos recuerdos el corazón de quienes los conocemos. Sus hijos y nietos son su mejor legado, personas plenas, y sobre todo dueñas del gran amor con el que fueron educados. Es imposible olvidar que un día la tía comentó que Paty su hija parecía tener alguna complicación con la aritmética, el tío de inmediato la hizo llamar para hacerla responder una sencilla operación, de inmediato la niña sin mayor esfuerzo le contestó: -¡No sé!- La tía angustiada dice -Ya ves León ¡No le entiende a las matemáticas!- El, desenfadado observa a la criatura y le plantea cariñosamente la misma operación pero sugiriendo que se encuentra de compras en una prestigiada tienda y se trata de pagos y vueltos, la niña más interesada, mira a los ojos a su padre y tras un rápido calculo, con gran seguridad dice la respuesta correcta.- Con una gran sonrisa el tío abraza a su hija y le dice: No te preocupes por las matemáticas hijita, Te va a ir ¡Muy Bien! –
Son pocas las líneas para dimencionar el gusto de haber conocido a León Martínez Bass, el hombre, el amigo y el jefe de una maravillosa familia, pero contento puedo decir, que siempre lo recordaré con alegría, cariño y sobre todo, con un mar de agradecimiento.
¡Que Dios Nos Bendiga!