Cuando me di cuenta de que el azúcar es veneno para el organismo, tomé la decisión, me uní a la cruzada e hice el esfuerzo de no comerle más. Un amigo me dijo que me tomaría doce semanas acostumbrarme a tomar café sin azúcar. ¿Qué tan malo pueden ser doce semanas? Quité el pequeño rayo inofensivo de sol de mi café matutino, de todos los cafés después de ese y dejé a un lado todo aquel alimento que contiene azúcar. Sin duda no estaba listo para estar consciente de que en las próximas doce semanas algo tan pequeño y tan tentador, sería tan ausente para mí.
¡La lucha fue real!
Dejar el azúcar trajo a la luz el poder y la sutileza de mis hábitos. ¿Cuáles hábitos son convenientes? ¿Cuáles hábitos no son? ¿Dónde dejé de notar alguna disminución de capacidad? ¿Qué podría estar erosionando mi progreso? ¿Dónde debo hacer el cambio? Era como si la tecnología 4K se encontrará con la influencia nítida de la vista y sonido.
Charles Duhigg dice en su libro, El Poder del Hábito, que el verdadero poder del hábito es la percepción de que tus hábitos son lo que eliges que sean y en mi caso en ocasiones, he escogido incorrectamente. Duhigg continúa diciendo que la regla de oro del cambio de hábitos es que no se puede extinguir un mal hábito, solo se puede cambiar. ¡Así que sí es posible andar por la vida sin azúcar! ¡Qué buena noticia para los líderes!
El tema del azúcar y lo inofensivo que este dulce parece, llamó a mí atención. Al menos que seamos despiadadamente proactivos, el liderazgo tiene un lado oscuro y espeluznante al que cada uno de nosotros sucumbe de manera propia; es como una dicha artificial. Como líderes, necesitamos desarrollar relaciones, disciplinas, ritmos y estrategias que nos aseguren depender menos de las dichas falsificadas y depender más en lo que está profundo, al fondo de nuestra fuente interna, esa que desarrollamos con el tiempo.
Les presento cinco dulces tentaciones que los líderes enfrentan:
1. El Poder: Cuando se mantiene centralizado y controlado.
2. El Enfoque: Cuando nuestra energía emocional siempre está en nosotros mismos.
3. El Idioma: Cuando usamos “yo/a mí” consistentemente al hablar.
4. La Aprobación: Cuando se convierte en necesitarla y se anhela demasiado.
5. La Crítica: Cuando la tomamos demasiado personal la mayor parte del tiempo.
El liderazgo diabético es artificial, es peligroso y es inútil para el progreso. Al igual que todos los programas para dejar de fumar, debemos darnos cuenta de la necesidad del cambio, tener una forma de hacer el cambio y desarrollar nuevos hábitos para incorporar el cambio.
La perfección no es el objetivo, el progreso lo es. Cuando se decide dejar algo por primera vez, se nota su ausencia; con el tiempo, se encuentran nuevos caminos y con diligencia y disciplina se descubre que se puede liderar casi sin azúcar en absoluto. Charles Duhigg, nuevamente nos recuerda que los hábitos son reales y adaptables cuando dice: “El proceso dentro de nuestros cerebros es un ciclo de tres pasos; primero, hay una señal, un disparador que le dice a tu cerebro que entre al modo automático y qué hábito usar; luego está la rutina, que puede ser física, mental o emocional y finalmente, hay una recompensa, que ayuda al cerebro a descubrir si este circuito en particular vale la pena ser recordado para un Ciclo de Hábitos futuro.
En un líder los hábitos de liderazgo significan crear circuitos ingeniosos y un buen punto de partida para replantear el lado edulcorante del liderazgo es:
1. El Poder: Ampliar la confianza; compartir el poder y delegarlo con clara comunicación y responsabilidad.
2. Enfoque: Convertirse en un líder de que presta atención; concentrando la atención y la energía en los demás.
3. El Idioma: Utilizando “nosotros / a nosotros” y asegurándose que el compromiso e inclusión es auténtico.
4. La Aprobación: Encontrar formas de identificar y amplificar la contribución y participación de los demás.
5. La Crítica: Replanteándola como retroalimentación; aprender de lo que se escucha y usarla como una plataforma de lanzamiento para el crecimiento.
Ser explícito acerca del por qué se quiere este cambio, cómo nos gustaría que sea diferente y qué comportamiento será la evidencia de que se está produciendo la transformación y, con el tiempo, se notará que no es necesario el “azúcar” en absoluto.
TODO COMIENZA EN UNO.
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