Después de días aciagos para el peso mexicano, la Fed decidió finalmente dejar inalterado su tipo de interés de referencia. Los mercados reaccionaron favorablemente y nuestra moneda reconquistó algo de lo perdido, aunque no lo suficiente. La tensa calma instalada ante la posibilidad de un incremento de hasta medio punto en dichas tasas para finales de año, la incertidumbre sobre los acuerdos de la OPEP para repuntar el precio del petróleo, así como el nerviosismo en torno al debate presidencial Clinton-Trump, abonaron a ello.
El tipo de cambio no es otra cosa más que el precio de una moneda por otra. En México somos asiduos a endilgarle males mayores a la depreciación del peso; quizá por el recuerdo en el subconsciente colectivo de ese binomio inseparable crisis-devaluación, quizá porque se sea importador de insumos, de mercancía para consumo o de experiencias, a través de viajes vacacionales.
Cuando han sido por crisis, las devaluaciones son la reacción de los mercados al diferencial inflacionario, no siendo el caso actual, ya que la inflación en México ha sido inusualmente baja. En esas crisis del pasado se mantenía también un estricto control de cambios por intereses políticos, profundizando más el problema; ahora, el tipo de cambio es libre, determinado por el mercado.
Una depreciación de la moneda no es mala en sí. Preguntémosle si no a las empresas exportadoras, a los parques industriales que rentan sus naves en dólares, a los receptores de remesas o a Pemex, que exporta crudo. El riesgo principal de una devaluación es que el encarecimiento de insumos importados pueda disparar la inflación.
El optimista en todo busca una oportunidad. Una política industrial acertada, el empoderamiento de los emprendedores y una liberalización financiera, pueden detonar una plataforma saludable de sustitución de importaciones. Creo que por ahí vamos.
Tenemos que aprender a convivir con la volatilidad y la incertidumbre, vienen implícitos en el acuerdo globalizador. Si el árbol nos da limones, pues ¡aprendamos a hacer limonada!
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