Desde marzo pasado en que el país entró debido a la pandemia del coronavirus en la Jornada Nacional de Sana Distancia, un término que todos tenemos presente es el de las “actividades esenciales”.
Más allá de un análisis desde el punto de vista económico y productivo sobre lo que las autoridades consideran esencial y no esencial, una de las continuas reflexiones que como humanidad me parece que hemos hecho en este periodo, es la de revalorar lo que en realidad es importante y trascendente en nuestra escala de prioridades.
Volver a las bases, a lo básico, a la esencia de la humanidad, a redimensionar nuestra escala de valores y a rediseñarse como personas, comunidades y sociedades, es uno de los resultados positivos por los que damos gracias ante lo que nos ha tocado vivir en este diferente año 2020.
El valor de la vida, de la salud, de la paz, de la armonía, de la solidaridad, del respeto a los demás, del bien común y de la esperanza, son sin temor a equivocarnos, nuestros principales activos en un periodo de tiempo donde hemos visto a la humanidad padecer e incluso morir a causa de este virus que vino a enseñarnos tantas lecciones, cuando parecíamos enfocados en los éxitos profesionales, en ser competitivos, en tener bienes materiales y en sociedades aspiracionales y consumistas sin llenadera.
En otras palabras, la famosa vuelta a la nueva normalidad o realidad deberá traer consigo el retorno a lo esencial de lo esencial.
Sin subestimar a las poblaciones vulnerables, a las que viven en la marginación y en la pobreza extrema en todo el mundo, muchas personas en el siglo 21 estábamos concentrados en resolver temas materiales, adaptación a la tecnología y el brinco a sociedades de consumo electrónico, cuando ahora agradecemos estar vivos, gozar de salud, tener un techo, sustento y lo básico para existir.
Sin temor a exagerar creo que una gran lección es el cuidado a la salud física, mental y espiritual. Cuidar nuestra alimentación, nuestros hábitos de vida, realizar actividades físicas y deporte, evitar el estrés, mantener equilibrio mental y espiritual, así como conectar con nuestra esencia, son los grandes valores que debería dejarnos lo vivido y mirado en este año.
Vuelta a lo básico y a lo esencial, la alegría de vivir.
LA ALEGRÍA DE VIVIR
OMAR CERVANTES RODRÍGUEZ
https://www.milenio.com/opinion/omar-cervantes/la-alegria-de-vivir/lo-esencial-de-lo-esencial
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