En la recta final del desastroso sexenio del presidente Peña el futuro de México está ante una disyuntiva: seguir la ruta de las ideas viejas y fracasadas del populismo de López obrador o apostar al cambio con sentido que ofrece Por México al Frente.
Luego de 12 años en campaña permanente, López Obrador luce cansado, confundido y cada vez más empecinado por conseguir el poder. Hay que reconocer que tiene una legión de seguidores incondicionales que le perdonan todo y se desviven en justificar sus pifias.
Sin embargo, como muestran las encuestas, no logra conseguir nuevos adeptos. Tiene meses estancado y nada hay que indique que saldrá del atolladero, para fortuna de México.
En contraste, Por México al Frente, crece a un ritmo acelerado y rápidamente va acortando las distancias. Me parece natural: el tipo de alternativa que ofrece es a todas luces más incluyente, más certera y, sobre todo, menos riesgosa para el futuro del país porque supone un manejo responsable de las finanzas públicas, así como un combate serio a la corrupción, principal motivo por el que el país no crece lo suficiente.
Por supuesto que las políticas populistas que ofrece AMLO crearían una sensación de mejoría entre la población; aunque se trataría de sólo una situación pasajera que sería seguida por un desastre de proporciones épicas como el que actualmente vive Venezuela, gracias a la aplicación de medidas similares a las que propone el anquilosado López Obrador.
Por México al Frente se escapa de la tentación populista y de las ideas viejas y fracasadas, para continuar construyendo un México fuerte con clara visión de futuro. Se ha aprendido de los errores del pasado, pero también se reconocen los aciertos que la corrupción ha opacado. El electorado está valorando esa disposición autocrítica y constructiva del PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano y por eso se está sumando cada vez, de manera más decidida, a nuestra propuesta: la mejor para el futuro de México.
Face: marcelotorresc/ Twitter: @marcelotorresc