Lo que la helada se llevó

Una helada de madrugada sorprendió recientemente a la región sureste de Coahuila. Extrañó no tanto por su intensidad, ocho grados bajo cero no es una temperatura difícil de observar en las sierras de Arteaga, sino por su temporalidad, a mediados de abril, cuando ya los manzanos, las parras y los nogales daban por descontado el inicio de la primavera y, confiados, habían florecido.

¿Las causas? Hay diferentes versiones. Una apunta inexorablemente a la contaminación del planeta, la generación excesiva de gases de efecto invernadero y su consecuencia en el cambio climático. Quienes apoyan esta teoría, prevén la presencia de estos fenómenos cada vez con mayor frecuencia e intensidad.

Productores de abolengo, a su vez, sostienen que la helada tardía es parte de un ciclo natural que se repite 2 o 3 ocasiones cada siglo. De hecho, el último registro de una con esa intensidad data de 1980, hace 38 años.

Empero, algunos de los mismos productores ven en ese meteoro una oportunidad y no una catástrofe, pues sus árboles, al no producir frutos este año, se fortalecerán y darán cosechas más productivas en los ciclos venideros, amén de la reducción de las plagas aniquiladas por el frío.

Asumiendo como válida cualquiera de ambas versiones, podemos pronosticar con certeza que eventualmente la tragedia se repetirá. La agricultura es una actividad apasionante, pero también muy arriesgada. Además de las heladas atípicas, también la acechan las plagas, las sequías, el granizo y los ciclones.

Para colmo: si nada de esto afecta a la producción, la agricultura puede ser víctima de su propio éxito saturando el mercado y abaratando el precio del producto.

De las pláticas que como titular de la FND sostuve con los afectados, me llamó la atención que ninguno estuviera asegurado. Muchos visualizan el seguro como una apuesta en contra de su éxito, y quizá por eso no lo adquieren, mientras otros lo consideran una carga financiera poco redituable. Error garrafal en ambos casos.

Hay en el mercado nacional alrededor de 500 fondos de aseguramiento con vocaciones específicas y compañías de seguros comerciales, respaldados algunos por Agroasemex, que compiten en el aseguramiento de cultivos, activos y/o producción, según se requiera. Adicionalmente, para los llamados “commodities”, existen en el mercado opciones de coberturas que garantizan un precio mínimo de venta o máximo de compra, según el caso.

Pagar una prima para mitigar los riesgos inherentes a la agricultura no es un gasto, sino una inversión. Es también un generoso cultivo: el de los réditos, la tranquilidad, la paz y el desarrollo, para los prod

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