Ayer se cumplieron 63 años de la promulgación del derecho de las mujeres mexicanas a votar y ser votadas. No es una fecha trivial, no se trata de una efemérides más porque fue un derecho por el que muchas mujeres y hombres lucharon durante más de 6 décadas hasta conseguirlo.
Desde las últimas 2 décadas del siglo 19 un grupo de mujeres se manifestó con la demanda por el reconocimiento de su derecho al voto, cuando la lucha sufragista femenina en el mundo ya llevaba 100 años. Durante la Revolución Mexicana las mujeres no sólo participaron para ir detrás de los hombres, lavarles la ropa, darles de comer y cuidar a los hijos, también se organizaron para exigir el sufragio efectivo para ellas, pero pasó el movimiento revolucionario y en la Constitución de 1917 no se reconoció ese derecho y los grupos feministas acrecentaron la lucha para que se considerara su derecho de igualdad en la participación política.
Pasaron casi 40 años para que por fin durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, el 17 de octubre de 1953 se publicara en el Diario Oficial de la Federación el Artículo 34 Constitucional: “son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”, el texto no mencionaba el derecho al sufragio de las mujeres, pero hacía el reconocimiento de su ciudadanía.
Entonces el ejercicio del sufragio por parte de las mujeres fue lento ya que las costumbres patriarcales les impedían a ellas sentirse con la libertad de acudir a las urnas y saber cómo y por quién votar.
La revolución feminista que se presentó en el mundo llegó a este país en los años setentas y fue entonces cuando comenzó a germinar la semilla de la democratización de la ciudadanía y la igualdad de género y las mujeres hemos mostrado la capacidad de lucha para alcanzar nuevas metas porque aunque hay avances importantes en cuanto a la equidad de género en la participación política, no es suficiente aún hay brechas profundas por superar.
El concepto de género se construyó como categoría de análisis para explicar los mecanismos de opresión y a partir de ahí se abrió la posibilidad de superarlos, lo que en la práctica sembró la reivindicación de los derechos ahora va más allá.
Se inició la lucha contra la violencia, esa que día a día se ejerce en los hogares por medio de golpes, palabras o actitudes, esa que diariamente maltrata a muchas mujeres que dan todo por sostener sus hogares a costa de su propia integridad, se inició entonces el reconocimiento de la pluralidad, la tolerancia y el respeto, entendidos como la igualdad de los géneros.
El movimiento de mujeres no se inmoviliza, ahora se reconoce entre ellas el valor de las demás en la lucha para alcanzar la igualdad en las nuevas causas y movimientos, como el que está en contra de la violencia hacia las trabajadoras de la costura, las empleadas del hogar y por el desarrollo humano sostenible.
Para quien quiere verlo, existe un movimiento de las mujeres que crece en capacidad de organización, como redes, alianzas y pactos para el diálogo de manera que se van generando, para algunas, nuevas formas de vivir, se reconocen la tolerancia, la pluralidad, el respeto en las relaciones sociales aunque aún somos testigos de las diferencias basadas en la discriminación por credo, raza, clase social y género, ser mujer en algunas regiones de México es un peligro cuando se es pobre, vulnerable, y no se tiene acceso a la educación.
No obstante ahora somos un sujeto social con derechos, sabemos que sin las mujeres no hay democracia, así que, ¡viva la lucha centenaria de las mujeres para alcanzar la democracia!