En memoria de Héctor Gil, un ser en armonía.
Días de guardar verdaderos son estos de la pandemia, después de décadas de ser usados para la vacación y el viaje, en el olvido del sacrificio del redentor, hoy día mas invocado en su divina gracia.
Sin la visita de los templos más que de manera virtual, la propia iglesia permanece desolada en sus edificios ante la amenaza, que nos hace recordar nuestra frágil composición y el más allá de nuestros miedos.
El dilema de la salud y nuestro cuidado corporal no solo se limita a las suficientes previsiones, sino al sobrellevar una crisis de la que no estamos preparados por los dos elementos de esta: salud y economía.
Calles desoladas, negocios cerrados y a punto de la quiebra en la cruel epidemia que nos trasciende en lo físico.
Afortunadamente existe un ser supremo que nos dotó de fe y verdad, de consuelo y fraternidad y que luego de su sacrificio en la cruz, nos enseñó que es posible la salvación y la redención.
Es la oportunidad única de celebrar la pascua en casa, después de años de otras maneras, de rezar en familia que es el vínculo que Jesús mas protege y de llevar a nuestra íntima relación a un estado de identidad en la fe y el amor a la divinidad.
El Papa Francisco, tal vez en la predicción de estos trágicos momentos, refería en su mensaje de pascua del año pasado: “Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto. Que Él, el Viviente, sea esperanza para el amado pueblo sirio, víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia”.
La convivencia entre las paredes de los hogares alienta al despertar de muchas prácticas que habían desaparecido: los juegos de mesa, armar rompecabezas, reparar desperfectos, leer , cocinar juntos alguna receta de las abuelas y reflexionar sobre las lecciones aprendidas en esta época de crisis, pero también de esperanza.
Desde el antiguo al nuevo testamento en el verdadero libro, la época de la pascua tiene el significado de la redención hacia el ser divino.
Deuteronomio 4, dicta: “Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos. Tengan cuidado, pues, no sea que olviden el pacto que el Señor su Dios hizo con ustedes. En los postreros días, cuando estés angustiado y todas esas cosas te sobrevengan, volverás al Señor tu Dios y escucharás Su voz. Pues el Señor tu Dios es Dios compasivo; no te abandonará, ni te destruirá, ni olvidará el pacto que Él juró a tus padres”.
Por otra parte en el nuevo testamento el mensaje es de certeza en la redención y de comunión, en Corintios menciona: “Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que El venga. De manera que el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí”.
En resumen esta pascua tiene escondido un mensaje de la divinidad que nos toca descifrar para bien de todos y en cada hogar esta acción referirá un ejercicio diferente que traducirá nuestra fe y nos dará la fuerza necesaria para enfrentar toda adversidad con la ayuda de Cristo.
Que no te venza el tedio, la incertidumbre o la gravedad de tu situación económica, Dios provee la herramienta de la sabiduría de la que hemos echado mano los mexicanos durante siglos de esta vida en crisis que hemos padecido como nación.
Que esta pascua distinta te lleve a los caminos de la redención necesarios para que la vida se traduzca en bienestar pleno, recuérdate sobre la felicidad y el objetivo del vivir en armonía. Feliz Pascua para todos ustedes.