Los grandes problemas del mundo

Despiertas un miércoles que parece normal, tal vez a excepción del cometa verdoso, no visto en 50,000 años, rondando la galaxia y que afuera, todavía de noche, el termómetro marca 17 grados bajo cero, sin contar el efecto del “windchingaofactor” del viento que sopla como solo debiera soplar en algún pueblo sin suerte de la tundra de la Siberia (la de Rusia, no la de Arteaga). Te absorbes en tu rutina; la que arranca bajando un pie de la cama y, después, procurando no olvidar el otro. Todo sigue pareciendo normal, tratando de coordinar la salida rumbo a la escuela del menor de tus hijos con precisión que el tren bala japonés envidiaría (dicen que en promedio tienen un atraso de 54 segundos en toda su ruta). Te subes a tu auto al mismo tiempo que tu hijo, sales a la calle, probando qué tan resbaloso es el pavimento cubierto por un combo de nieve y hielo. Das la vuelta en la esquina y tu hijo, que no tiene ni doce años, te hace arrancar violentamente tu cerebro cuando pregunta: “papá, ¿cuáles son los principales problemas del mundo?”. En la estación de radio hablan de la invasión rusa a Ucrania y supongo que eso detonó su curiosidad. Tratando de ganar tiempo, despertar un poco más y entender el ángulo o profundidad que trae en mente a esas (des)horas, le regreso la pregunta y le digo: “qué buena pregunta, ¿cuáles crees tú que son los principales problemas del mundo?”. Mientras él piensa su respuesta, me transporto a septiembre de 2018 cuando él, a sus 7 años, me hizo tres preguntas en fila sobre la pobreza; si “cero dinero” o poquito dinero te hace ser pobre, si había más de mil pobres en el mundo y qué causaba la pobreza; preguntas sobre las que escribí aquí hace unos 4 años. Su respuesta se fue por el lado del calentamiento global y el uso indiscriminado de recursos no renovables. Le pregunté si él creía que pudiera haber otros problemas más graves o urgentes y tuvimos una de las mejores discusiones que hemos tenido en nuestro camino a la escuela. Le planteé si la pobreza, el hambre, las guerras, la migración, la falta de acceso a educación y oportunidades pudieran ser igual o más importantes que el calentamiento global o el uso de petróleo. Platicamos de cómo la perspectiva de cada uno puede hacernos tener preocupaciones distintas sobre la gravedad de los problemas y de cómo es complejo empujar una agenda sobre el calentamiento global o lo malo que es el carbón o el petróleo cuando hay más de 1,200 millones de pobres en el mundo (60 millones en México). Para quien no tiene hambre o no necesita escapar de una guerra, suena muy bien tratar de “salvar al planeta” comprando un Tesla y marchando a favor de los molinos de viento (no los de El Quijote). Es loable tratar de salvar la democracia o reducir la polarización. Pero si tienes hambre y tu subsistencia y la de tu familia están en riesgo, supongo no reaccionarías muy amigablemente a quien te dice que no puedes talar algunos árboles y prender una fogata para calentarte en las noches o a quien te critique por aceptar un cheque del gobierno en turno mientras sigues buscando formas de salir de la pobreza en la que naciste (trampa de pobreza).

ChatGPT enlistó estos como problemas del mundo: a) cambio climático; b) pobreza y desigualdad; c) pandemias; d) conflicto e inestabilidad política; e) acceso a educación y oportunidades económicas. La ONU menciona el tema de la migración y los refugiados. El Foro Económico Mundial (WEF) agrega ciberseguridad y privacidad de datos. Entre amigos que me compartieron su opinión, se mencionaron varios de los anteriores y agregaron a) dogmas religiosos e ideologías extremas; b) falta de valores humanistas; c) nacionalismo; d) egoísmo; e) desinformación; f) robots e IA; g) falta de solidaridad; h) corrupción. Hay una buena variedad entre lo que los adultos creemos son los problemas del planeta. Tenía la intención de llegar a una conclusión algo más sofisticada o profunda acerca de tantas ideas y ángulos, pero me topé con un excelente artículo de Adina Chelminsky en Opinión 51 (https://www.opinion51.com/adina-chelminsky-quieres-cambiar-a-mexico/) que me hace pensar que no podemos esperar que Biden, Xi, Putin, Trump, Macron o los AMLOs del mundo, puedan solucionar problemas globales o nacionales, pero sí podemos empezar por nosotros mismos y cambiar desde lo más básico. Chelminsky nos invita a “dignificar la presencia”, ver, escuchar y considerar a quienes están a nuestro alrededor, especialmente a los menos afortunados, quienes han sido invisibles por décadas y a los que en teoría queremos ayudar cuando hablamos de los grandes problemas del mundo. “Empieza por saludar a la señorita de la limpieza“. Muchos de estos problemas tienen su raíz precisamente en ignorar, no ver, no escuchar a quienes necesitan ser vistos.

Dice Mary Oliver en su poema “Of the Empire“: “Seremos conocidos como una cultura que le temía a la muerte y adoraba el poder, que trataba de vencer la inseguridad de unos cuantos, pero no se preocupaba de la penuria de los muchos… una cultura que enseñaba a amasar cosas y hablaba poco o nada de la calidad de vida de los otros”.

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