En enero de 2008, con la idea de que al inicio de año muchos hacen o hacemos propósitos de mejora para el año que comienza, publiqué en este espacio una columna donde sugerí algunos posibles propósitos para ciudadanos.
Tendemos, en espacios editoriales como este, en redes sociales o entre amigos, a enfocarnos en lo que alguien más, un alcalde, gobernador, político o presidente debe hacer distinto y muchas veces se nos olvida que los cambios y mejoras que la sociedad necesita también pueden venir de pequeños cambios de conducta y costumbres entre nosotros los ciudadanos. Por lo anterior, quisiera insistir, aunque ya es febrero de 16 años después, y considerando que es año electoral, que podemos hacer más por mejorar como ciudadanos, a veces cosas muy simples, y así poner la muestra a quienes en teoría nos representan o gobiernan. Volteemos a ver al espejo de vez en cuando en lugar de esperar que tal o cual político o política nos vaya a cambiar la vida sin que nosotros ajustemos nada de nuestro lado. Las siguientes líneas reflejan la idea principal de aquella columna de 2008, cuando Calderón era presidente, antes de la profunda crisis de 2009, antes de que el PAN le regresara el poder al PRI y este, a su vez, lo entregará en bandeja de plata a AMLO.
En mi caso, mi propósito desde mi actividad como “cuasi-editorialista” es buscar ser más objetivo (suena fácil, pero seguro no lo es, ya que nadie me revisa la objetividad de estos párrafos antes de que sean publicados) y propositivo cuando toque temas. No es garantía, pero le voy a poner atención a esto. Ahora bien, como ciudadanos comprometidos con el desarrollo de México, ¿qué podríamos proponernos? No tenemos que ser muy sofisticados. Se puede empezar por cosas tan simples como ser más conscientes de dónde se acaban nuestros derechos y empiezan los del otro. En los pasillos del supermercado, en las aulas de clases o en las calles y banquetas, seguramente hay mucho que podemos hacer por respetar los derechos de los demás y definir hasta dónde llegan los nuestros. Sin duda, es a nivel municipal donde se notan más las acciones de los ciudadanos. Si pudiéramos darle una revisada a los 2 o 3 reglamentos más importantes del municipio donde vivimos seguramente encontraremos 2 o 3 áreas donde podemos mejorar nuestro comportamiento. Se me ocurre pensar en no estacionarnos en doble fila, no contaminar, usar cinturón de seguridad, usar las direccionales, respetar los cruces peatonales si somos conductores, utilizar los cruces y puentes peatonales si somos peatones, ser conscientes acerca de manejar en estado inconveniente o cansados, asegurar a los niños con cinturón y/o asiento especial en los autos. La parte vial y peatonal cubre gran parte de nuestras actividades diarias y es ahí donde tal vez podemos hacer más diferencia. Como pueden ver, suena tan sencillo y obvio que todos podríamos cumplir con algunos de estos propósitos, y si ya lo hacemos, mantener el cumplimiento.
Podemos agregar algo de complejidad si lo elevamos al plano de consumidores, que de una u otra forma, todos lo somos. Sería bueno, creo yo, proponernos pasar de los consumidores sumisos y frecuentemente maltratados, a uno de consumidores activos que identifican sus derechos y exigen que los productos y servicios que pagan sean acordes a la expectativa del consumidor. Mientras, como consumidores (o para el caso, como ciudadanos) seamos dejados, agachados y sumisos, nuestra contraparte, el que brinda un servicio, vende un producto o nos gobierna, no nos tomará en cuenta. Proponernos exigir más por lo que pagamos no es mucho pedir. Debería ser normal, y aún así vemos que es algo que pocas veces se hace (por miedo, flojera o por falta de interés).
Sin embargo, así como exigiremos, tal vez podamos ser capaces de identificar nuestras responsabilidades, especialmente cuando se trata de vivir en comunidad. Ya sea pagando la cuota de la colonia o el predial, es necesario reconocer que nos toca poner algo y no solamente estar sacando. Siempre habrá los “free riders” o rémoras, que viven a expensas de los demás. Procuremos no ser uno de ellos. Hay que poner nuestro granito de arena y eso nos permitirá exigir con más autoridad moral.
Finalmente, no toleremos que otros decidan por nosotros. Debemos participar si queremos ser parte de una sociedad. No podemos guardar nuestra opinión para siempre. Votemos, levantemos la mano y preguntemos, señalemos, critiquemos, hagamos propuestas al candidato o candidata que no es nuestra preferencia, pero también a aquel o aquella con quien nos identificamos. No nos quedemos callados y poco a poco se notará, si cada vez más gente lo hace. Eventualmente seremos tantos los que opinemos que alguien tendrá que hacernos caso, no tendrán de otra. Este podría ser nuestro mayor propósito, buscar y lograr ser escuchados y atendidos… como merecemos.