Humberto y Rubén Moreira, “son los asesinos de la democracia en Coahuila”.
Son Los Moreira, al tiempo, los sepultureros del PRI. Representan el último clavo en el norte, del ataúd tricolor. A más de ligeros con el dinero ajeno, son traidores al sistema, del que han recibido todo. Así como mordieron la mano de su hacedor, Enrique Martínez y Martínez, y luego saquearon y desconocieron al Magisterio al que le deben tanto, así van dejando “amigos, socios y facilitadores” por el camino, cual escombro de obras inconclusas.
Dicen sus allegados que ahora, luego del portazo en la cara al tricolor este 5 de junio pasado, lo que más les conviene es entregar a un pactado en la “oposición”. De manera que, a más de nefastos sus gobiernos continuados, ellos son traidores.
Por los años previos al Moreirato y durante los casi once de él, han usado al gobierno para enriquecerse y han usado a la sociedad para saciar su sed de venganza y para expiar sus culpas de nacimiento. Esos complejos sociales que han arrastrado cual cadenas ruidosas que asustan a su paso, los han definido. Es Rubén en particular el más resentido socialmente, por ello ha desafiado al orden social constituido, ha golpeado infamemente a La familia y ha impuesto reformas y leyes que en nada definen a esta sociedad y que son opuestas al sentimiento mayoritario.
Por un lado están “sus preferencias ideológicas” y por el otro, las ideas liberales de otras sociedades que le exigen sus socios (en la vida y en la política). Pero ¿dónde están las leyes que responden a las ideas y tradiciones de esta sociedad coahuilense tan tradicional, de ésta cuyo pecado mayor fue darles el poder dos sexenios a estos tipos que hoy le voltean la espalda: saqueándola, sirviéndose de ella, esquilmando su patrimonio y subsuelo y hasta imponiéndole normas libertinas, ¡que solo se parecen a ellos!?
Duro trabajan Los Moreira (todos ellos) para acabar con el poco PRI que resta en la entidad (de hecho, han contribuido fuertemente (con sus escándalos y corrupción) a la aniquilación del priismo nacional. La alternancia, que no es plato de gusto sino reacción social, está a la puerta de Coahuila.
Agotada la democracia coahuilense. Cansada la gente de tanta barbaridad y soberbia, y de tanto asalto al dinero y a la conciencia social, espera con ansia el final. ¡Sangre!, juicio severo y sentencia condenatoria, es la consigna mayoritaria del pueblo empobrecido y jodido de Coahuila. Ni la argucia chapucera, ni el chantaje preparado al centro del país, ni las artimañas de última hora, salvarán a los malvados de una “corte marcial”.
La suerte está echada y estos Moreira (que en mala hora arribaron al poder), los siempre urgidos de loas y confeti, pasarán a la historia: como los ladrones de esperanza, como los saqueadores del erario, como los traidores a la patria y al partido; y como… “los sepultureros del PRI”.
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