Restan 60 días para que Miguel Riquelme se vaya del poder en Coahuila que gerencia a sus patrones Moreira, el 1 de diciembre Manolo Jiménez Salinas arriba al palacio rosa.
Gris gobierno de Riquelme: corrupto, pobre y fantoche. El cuarto del moreirato, ese que un listillo dice que no existe pero cuyos daños lo hacen evidente al grado de pretender seguir.
Un gobierno lleno de mentiras y de simulaciones es este que termina, en mala hora se vendió el panismo aquel de Guillermo Anaya (por segunda vez) y miren cómo hemos padecido a Miguel: un tipo corto en lo político, ramplón en lo administrativo y ligero en lo humano.
Cuentas mochas
Aprendió Miguel de sus patrones los negocios fáciles, las empresas fantasma; gustó de comprar terrenos, casonas, hoteles y viñedos; aprendió a gastar el presupuesto en imagen y medios, en comprar premios y pagar encuestas. Bueno, hasta se dice puntero en calificación de gobernadores, increíble cinismo y fantochería.
La burocracia creciente, de sueldos altos y manos libres, de nómina obesa y pago del voto duro del PRI desde la Tesorería estatal. El gasto corriente, muy corriente y alto.
La presumida seguridad colgada de alfileres porque pactaron dejar los homicidios dolosos a cambio de narcomenudeo, trasiego de personas y de drogas, abigeato y más. Los pactos con criminales dejan dividendos a los de arriba, a consentidos, novias y novios. Dinero sucio llegado a carretadas a cuentas personales; hay visos del dinero criminal a través de las finanzas públicas.
Cifras falsas y recicladas en economía y empleo, en inversión y desarrollo; en obra pública, salud, educación, apoyo al campo y ecología, retratan a un gobierno de mala calidad y falso, a uno perverso y represor (pregunten a los maestros y a los estudiantes).
Un gobierno sin justicia, perseguidor y represor, con un sistema de protección en lugar de uno anticorrupción.
Cuentas mochas y materias reprobadas es el balance negativo de este episodio amargo desde el gobierno de Coahuila. Uno más del cacicazgo Moreira.
Llorar le falta
Giras de despedida antes del 6to informe (con minúsculas), copan la agenda del tipo este que se dice gobernador cuando apenas es un gerente del moreirato, uno muy ladrón, por cierto.
Apurado en mercar calificaciones anda este gobierno saliente y corrupto, suda y se acongoja por decirse luciente cuando es un gobierno de papel, uno frágil y fabricado; donde la obra pública es escasa y mala, donde nada es lo que parece.
Llorar le falta a Miguel, pero esperen que ya chillará para mediar lástima como hacía el Gordo Moreira en la postrimería sexenal (lo bueno de su sexenio, cuando lloraba por irse y se decía enfermo de salva sea la parte).
Ah, pero no lloran al despojar, no lloran al reprimir, no lloran al robarse el dinero del combate al pobreza y la marginación (creciente en Coahuila). No lloran al recibir los sobornos de los criminales.
Adiós Miguel
Vivimos los tristes últimos días de Riquelme, tristes por amargos y por lo insípido y corrupto de su gobierno; aunque contentos de saber que sus daños se acaban en 60 días.
Hay un juicio divino, Miguel, no pueden comprarlo tus Moreira ni tú, no se toca lo eterno como las elecciones y las pluris del fuero; en el Cielo no hay impunidad. Ponte a rezar.