Escribí estas líneas hace dos días, viernes previo a la fecha de las elecciones que, nos dicen, “son las más importantes de la historia”. Por residir en el extranjero y no poder estar en México el día de hoy, me inscribí con el INE para votar en línea.
Desde hace casi dos semanas he tenido la posibilidad de votar en el portal, pero no he decidido por quién votar y es probable que para cuando esta columna se publique no lo haya hecho aún. Llegué a un punto en el que cada vez que una candidata(o) o partido me pedían su voto (antes del “período de reflexión”), más me repelían. Con exageraciones, verdades a medias y mentiras enteras solo lograban agregar más dudas a mi lista de pros y contras sobre para quién debe ser mi voto de castigo y a quién debería “castigar” más. Supongo que habrán muchos como yo; algunos más encandilados que otros por la campaña del miedo o por las montañas de promesas; por 6 o 36 años de un país que da dos pasos para adelante, se tropieza y da un paso y medio para atrás; por el miedo a convertirnos en Venezuela (o Corea del Norte, que escuché a alguien usar esta semana) o por la esperanza sin sentido de que seremos como Dinamarca (pero con otro clima y 23 veces más población); algunos votarán pensando en sus seres queridos que no libraron la epidemia de COVID; otros tendremos en mente a nuestros adultos mayores que dependen de energía eléctrica confiable para vivir; las formas, “ideología” rancia y el estilo odioso de unos comparado al cinismo y falta de autocrítica de otros. Cada uno de los votantes llegaremos equipados de experiencias, percepciones e historia para decidir nuestro voto y, malamente, pensaremos que al final del día de hoy, domingo 2 de junio de 2024, todo estará decidido. Ahí es donde quisiera llamar la atención de quien se anime a leer estos párrafos. El fin de una elección es en realidad el inicio de un proyecto. Nos guste o no la plataforma, propuestas, ideología y el equipo de quien resulte ganador(a), serán ellos quienes tomen las riendas del país y probablemente se empiecen a olvidar de ti y de mi tan pronto pasen los discursos de la victoria y de toma de posesión. En la vuelta de página procurarán guardar a los ciudadanos con voz (pero no con voto sino hasta dentro de 3 o 6 años). Por eso es muy importante que nos propongamos a abrir espacios para el diálogo entre ciudadanos, porque es razonable y normal pensar que los políticos, partidos y gobierno nos dejarán de tomar en cuenta por los siguientes 2 o 5 años y fracción, hasta que necesiten nuestro voto de nuevo.
Entonces, si en este proceso electoral fuimos activos al buscar criticar o proponer, al preferir o apoyar a unos u otros, al otorgar un voto de esperanza o de castigo, pensemos que es razonable y realista esperar que no existirá un cambio mayúsculo o una transformación de verdad porque los políticos de siempre (unos y otros) seguirán haciendo lo de siempre para poder avanzar un par de pasos, tropezar y ver como otros países nos siguen rebasando en materia de transparencia, estado de derecho, crecimiento, pobreza, educación, infraestructura, seguridad, como ha pasado los últimos 40 años. Por eso, es indispensable que, entre ciudadanos bien intencionados, que somos la gran mayoría de los mexicanos, podamos también darle la vuelta a la página y de una vez dejar ahí y dar por descontados a los malos políticos, partidos y gobiernos. No debemos esperar mucho de ellos y es oportuno que nosotros, sin que ellos nos contaminen ni condicionen, seamos capaces de ponernos de acuerdo acerca de cómo vemos a México en el futuro. Estamos hablando de dejar atrás décadas de mediocre desarrollo y esa amenaza de populismo rancio que encuentra terreno fértil en la desesperación y en la zozobra de millones de mexicanos.
Si tú, él, ellas y yo nos ponemos de acuerdo y somos capaces de agregar, poco a poco, a muchos otros para escribir esa historia del futuro de México y nos convencemos de que esa es la historia, la ruta, el plan, entonces nos daremos cuenta de que automáticamente tendremos que ir purgando el sistema de malos políticos, funcionarios, partidos y gobiernos, a todos niveles y en todos los poderes. Empezaremos por lo básico; no será aceptable ni bien visto aquel ciudadano que no barre su banqueta, aquel que no respeta un señalamiento de tránsito, el que no paga su cuota vecinal, el que no paga impuestos, el empresario que se hace con corrupción, contratos o concesiones mal habidas. Así, poniendo la muestra nosotros a los políticos, poco a poco mandaremos la señal de lo que sí es aceptable y lo que no. Condicionaremos a futuros políticos, alcaldes, gobernadores y presidentas a tomar la ruta que los ciudadanos hemos trazado y a escribir, junto con todos nosotros, una historia distinta, mucho mejor a la que se avizora hoy, del futuro de México. Quienes no se alineen a esa historia que depende de nosotros, los iremos desechando, como cuando se deshierba un jardín. Esos no nos servirán y será mal visto aplaudirles o votar por ellos, como hemos venido haciendo como sociedad por décadas.
Despertemos mañana con la real intención y el convencimiento de que para tener un mejor futuro es necesario darle un golpe a la mesa y ponernos de acuerdo acerca de lo que queremos, sabiendo que lo que hemos tenido, y probablemente lo que tendremos en el futuro cercano, no nos llevará a ese destino de futuro que buscamos. Por ahora, sal a votar y mañana nos empezamos a hablar para empezar a escribir esa historia del futuro de México.