Los políticos suelen considerar al engaño y a la destreza para confundir al prójimo como una facultad indispensable para el ejercicio de su carrera. En las pláticas de políticos viejos y figuras públicas del gobierno, es usual escuchar toda clase de anécdotas en las que se presume como invaluable joya el modo en el que con absoluta falta de ética, sin rastro de vergüenza y abusando de la mayor deshonestidad, los conversantes de algún modo jugaron con la buena fe de las personas para sacar provecho personal; dejando al que inocentemente confía en ellos a la vera del camino, engañado, confundido y sobre todo fuertemente decepcionado de la persona con la que trató pero sobre todo de su inocencia y buena fe.
La política no es de modo alguno compatible con ese triste perfil, tal vez en nuestra adorada patria y quizás en casi todo el planeta ese rasero parezca compartido, sin embargo, es imposible que sin rectitud y el ejemplo, alguien pretenda obediencia y respeto a la ley de parte de quienes son sus gobernados; del mismo modo, nunca un desubicado va a ser eficaz guía de su rebaño para llevarlo a un buen destino; y sin duda alguna, tampoco será digno que quienes nos representan ante el mundo gocen como enanos de circo cuando timan, embaucan, roban y ofenden como actividad primaria.
En contraste con las habidas manifestaciones del político tradicional mexicano y todas su consecuencias, el pueblo pretende transitar del mal que nos aqueja a una vida más ordenada, donde se pueda ser honesto, actuar de buena fe, recibir respeto como ciudadano, y se sienta en la tranquilidad de vivir en un lugar de reglas diseñadas para garantizar la seguridad, la prosperidad y el disfrute de la gente común, en el entendido de que sus gobernantes trabajan con ahínco, profesionalmente y sin pretensiones nocivas para la comunidad.
Los Mexicanos soñamos con cambiar el estado de cosas que nos tiene sufriendo, desde hace más de 100 años vivimos con la triste historia de un conflicto armado que supuestamente tras millares de muertos nos permitió el acceso a una vida más justa, sin embargo, después de vivir en un medio ambiente de socialismo a la antigua y transitar poco a poco a un esquema más liberal, sin temor a represalias observamos sin el peso de una ideología nacionalista que ante un entorno global, donde la mejora es parte del día y no se acepta la trampa, el hurto ni la simulación, debemos encontrar la fórmula para integrarnos a un mundo donde la política se aleja del poder universal y se convierte en espacio para servir al ciudadano, entregarle la seguridad y las condiciones necesarias para buscar alcanzar todas las estrellas y liderar en la liga de las naciones donde el pueblo retoza en felicidad.
La idea no es imposible, pero el que por fuerza la puede realizar no proviene del gobierno y sin duda es un ciudadano harto de sentirse indigno y convencido de que la salida de nuestros males siempre parte de la verdad, del servicio y la fraternidad.
¡Que Dios Nos Bendiga!
hlaredom@gmail.com