De acuerdo con el Índice de Desarrollo Democrático de México 2020, elaborado por la fundación Konrad Adenauer Stiftung y otras organizaciones sociales en conjunto con el INE, nuestro estado, Coahuila, se encuentra en el décimo lugar nacional dentro del grupo de entidades que tienen una calificación de “Alto desarrollo democrático”. Esta que puede ser considerada una buena noticia no lo es tanto, no solo porque hay otros nueve estados que están mejor posicionados en el ranking, sino, además, porque hemos tenido un retroceso en la calificación con respecto al año pasado.
De acuerdo con el propio Índice, el área de oportunidad más grande que tiene Coahuila para mejorar en su desarrollo democrático es el “respeto de los derechos políticos y de las libertades civiles y generar procesos de construcción de ciudadanía”. Se trata de un factor interesante, sobre todo porque no depende en exclusiva de las autoridades o de las instituciones, sino también del desempeño que los ciudadanos tienen en términos de su compromiso cívico.
Y es que, con la salvedad de la Región Lagunera y con un poco de menor intensidad en Saltillo y la Sureste, en el resto de nuestra entidad hay poco interés de parte de la ciudadanía por involucrarse en los asuntos públicos. Como demuestran diversas encuestas, los ciudadanos no buscan pertenecer a organizaciones destinadas a la defensa y protección de sus derechos y libertades, salvo en contadas excepciones.
Por supuesto, se puede argumentar que la falta de participación se debe al largo historial de acciones emprendidas por las autoridades estatales y municipales destinadas a inhibir el involucramiento de los ciudadanos en los temas que competen al interés general. Sin embargo, esa no ha sido la única causa para que, en el Centro, en la Región Carbonífera y en el Norte de Coahuila la ciudadanía tienda a participar poco. Desafortunadamente los años de alta violencia que se vivieron en la entidad ocasionaron que, salvo con reclamos muy puntuales, la ciudadanía se retirara de la agenda pública para proteger lo más esencial: su vida y su integridad.
Sin embargo, es momento de reactivar la participación de la ciudadanía para que se involucre en la definición de políticas destinadas a atender asuntos tan relevantes como la prestación de los servicios públicos; así como con el manejo transparente y eficaz de los recursos del erario. Son tiempos en los que nadie puede ignorar la necesidad de construir modelos de gobernanza bajo los cuales, juntos, autoridades y ciudadanía, pueden establecer las acciones destinadas a elevar la calidad de vida y la competitividad de sus municipios y del estado en su conjunto.
Es momento que todos esos diagnósticos que se ofrecen desde distintos ámbitos de la academia y las instituciones públicas y privadas sean aprovechados para mejorar.
Conozco muy de cerca a los ciudadanos de Coahuila y sé que están interesados en que los problemas que les aquejan sean resueltos con puntualidad y prontitud. Pero las circunstancias exigen que tomen un papel más activo de tal manera que puedan coadyuvar para lograr ser ese mejor estado, más justo, más democrático y más próspero que todos esperamos.
@marcelotorresc