Migración, el riesgo que viene

El fenómeno migratorio en México es un tema que ha absorbido diversos capítulos de la historia teniendo énfasis desde mediados del siglo XX, en aquella jornada de los braceros constituyendo la primera forma legal de emigrar al vecino país.

La tradición nacional nos habla del hospedaje y el acogimiento a los extranjeros al parecer por dos fuentes identificables: la primera es la religión católica que establece como virtud en dar refugio al extraño y la segunda: la proclividad notoria de nuestros gobernantes a fin de perpetuarse en la historia.

Dos muestras sirven de ejemplo en este último planteamiento: Lázaro Cárdenas y su apoyo a los españoles que venían huyendo de la guerra civil y Luis Echeverría a los refugiados de la dictadura de Pinochet.

La Nación americana fue fundada precisamente de emigrantes, salvo las tribus indígenas que habitaban la región que fueron prácticamente desplazadas, el resto la configuran personas de las más distintas nacionalidades, credos y tradiciones. El fundamento original fue el del surtimiento de la mano de obra necesaria para construir a ese país.

Como se mencionaba arriba durante varias etapas entre los siglos 19 y 20, primero con los esclavos africanos, luego con los emigrantes irlandeses, italianos, chinos y desde luego mexicanos.

Desde los años ochenta la migración a los estados unidos presenta variaciones primero con la llegada de los Marielitos cubanos auspiciada por el Presidente Carter y posteriormente con los acuerdos, en la sombra, motivados por el entrenamiento de la contra Nicaragüense por parte de los marines, en territorio hondureño, que dio cabida al tratado que hoy Trump pretende desconocer.

La CEPAL y la FAO, señalan en el Atlas de la migración en los países del norte de Centroamérica Honduras, Guatemala y el Salvador, se identifican al menos tres causas principales: la pobreza, la inseguridad, violencia y el cambio climático. De acuerdo con el Atlas, entre el 2000 y el 2010, incrementó 59% el número de personas que nacieron en los países del norte de Centroamérica vive en un lugar distinto al que nació. En el caso de Honduras, el crecimiento fue de 94%.

La migración es hoy un asunto de la más alta prioridad en las agendas políticas y de desarrollo y esto se debe a las nuevas condiciones de salida (violencia, inestabilidad política, sequías y desastres naturales, pobreza y desigualdad), del tránsito migratorio por México (violaciones de los derechos humanos, delincuencia organizada, extorsión y riesgos a la salud y la vida de los migrantes), y de llegada e integración en los Estados Unidos (política de deportaciones masivas, criminalización de la migración indocumentada, racismo y xenofobia, entre otros aspectos).

Un nuevo elemento se suma a la ecuación y es el fenómeno climático ya que los países de Centroamérica dependen de la agricultura y lo que se conoce como el Corredor Seco Centroamericano está viviendo una de las sequías más graves de los últimos 10 años; como consecuencia de ello más de 3.5 millones de personas necesitan asistencia humanitaria. A la pobreza se suma la extrema vulnerabilidad —en especial en las zonas rurales— a fenómenos climáticos como huracanes, terremotos y sequías, que combinada con la pobreza genera situaciones de virtual colapso de los medios de vida de millones de personas.

Y al dicho aquel que si éramos muchos y pario la abuela, se complica porque los migrantes utilizan a nuestro país para su cruce final a los Estados Unidos.

Sin duda el Presidente López Obrador será el empleado del año o del sexenio de Trump. Primero porque atendiendo a la sugerencia inaugural de su mandato doto a la frontera norte de una infraestructura salarial y fiscal a fin de que se generara el desarrollo que contuviera a los migrantes y posteriormente forzó la selección de inmigrantes en la frontera sur a solamente los de nacionalidad Guatemalteca, que son los menos, obligando a los de otras nacionalidades a solicitar asilo a través de Canadá. Aunque para ello Ebrard tuviera que invadir facultades de la ministra Sánchez Cordero, que con la desmañanada que le dan con las conferencias, le paso de noche el atropello.

La novela “La Mara” de mi compadre literario Rafael Ramírez Heredia, dio cuenta en la testimonial (Para ello vivió en Ciudad Hidalgo, Chiapas) de las tropelías que acostumbraban los agentes de migración de la SEGOB con los inmigrantes en el suplicio que significaba el cruce de extranjeros. Hoy solo se va a cambiar de personaje a través de la guardia nacional. Cuánto tiempo tardara en corromperse? . Haya cosa.

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