Muertos y daños por Hanna ¿en la conciencia de quién?

La política y los negocios son un binomio corrupto cuando quienes gobiernan hacen negocios desde el gobierno y a instancias del poder público.

Esto se radicaliza cuando los gobernantes son constructores y desarrolladores, y maniobran la ley para hacer y deshacer, para ganar dinero en vez de cuidar a los ciudadanos.

Por esas andan los alcaldes de Saltillo, Manolo Jiménez Salinas y de Ramos Arizpe, José María (Chema) Morales Padilla. Así anduvieron en Saltillo: Isidro (Chilo) López Villarreal y Jericó Abramo Masso. Y en Ramos Arizpe: Ernesto Saro Boardman, Ramón Oceguera Rodríguez y Ricardo (Richy) Aguirre Gutiérrez. Todos de familias de fraccionadores y acaparadores de tierra y socios de otros con las mismas intenciones.

Otros como Humberto Moreira Valdés y Oscar Pimentel González se volvieron terratenientes y comerciantes, ya cuando se hicieron de dinero fácil y rápido.

Hanna descubrió

Ahora que Hanna azotó la Región Sureste de Coahuila, al intolerante paso del agua en abundancia, quedó al descubierto un agravio sabido… Los fraccionadores de Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga tapan los cauces de arroyos para no canalizar.

A sabiendas, que el agua buscará siempre su cauce natural y en una creciente, arrastrará lo que se tope a su paso, así sean bardas, infraestructura urbana, casas, o… vehículos con familias dentro.

En su conciencia

No debió haber muertos por Hanna, los hubo porque los alcaldes, el estado y la federación no previeron el impacto del ciclón que ya hacía estragos en su llegada a tierra en Texas y Tamaulipas.

Acuérdense, unas horas antes de la tromba y el aire huracanado, Manolo Jiménez Salinas, edil de Saltillo, “aventaba cuetes” por toda la ciudad por el 443 Aniversario de la capital, en vez de organizarse para el impacto.

Llegó Hanna, furiosa y con agua sin parar. Ningún político apareció por largas horas, estaban a resguardo en su mansiones, al norte de los vecinos municipios. Ya la tragedia aparecía en los medios, ya los muertos asomaban su alma a la ventana de la ignominia gubernamental.

La Región Sureste bajo el agua, los arroyos arrastrándolo todo y los fraccionadores pagando el silencio cómplice por sus fechorías. La fuerza solidaria de las redes sociales (“las benditas redes sociales”, dijo uno que en el aire las compone), a la par de algunos medios, aireaban el drama social de los pobres, dejados a su suerte por los indolentes gobernantes.

Por fin, aparecieron los alcaldes de Saltillo y Ramos Arizpe, para ver “qué les hacía falta a los ricos del norte colindante, aun lado y otro del Club Campestre“; allá por Cabañas, donde vive el gobernador, en su nueva mansión de Saltillo. Y claro, los ricos también son pueblo, solo que hay más pueblo que los ricos. Con los miles de pobres no hay que quedar bien porque con ellos no se hacen negocios jugosos.

Crecía la pena social por una Familia pobre arrastrada por el agua: Unos vivos, otros muertos y una niña desaparecida. Entonces, apareció Kalimán Riquelme, con chaleco rojo de bombero, gorra de capitán, un helicóptero que ahora si andaba por ahí sobrevolando (en busca de muertos no de vivos), los alcaldes cabizbajos siguiéndolo (a Kalimán) junto a una treintena de ayudantes y guaruras, en la vera del criminal arroyo el Saucillo (criminal Naturaleza, como ellos). Buscaban a la niña desaparecida muchas horas antes (cuando nunca la buscaron, viva).

Las redes indignadas (y algunos medios no pagados que dicen “lo que otros no dicen”), revelaban la escenita insultante del cinismo oficial del PRI-Gobierno, la del oportunista Riquelme y los demás hijos… de Moreira,  que, tarde, se interesaban apenas en los ahogados y los desahuciados.

Armando Guadiana, senador fifí de MORENA, era grabado por Alberto Hurtado en la sierra de Arteaga, en pleno huracán. Decía desenfadado que “el agua de Hanna era una bendición para la agricultura y la ganadería“. Santana debió andar ayudando a la gente que moría en ese momento o evitar una declaración inoportuna e hiriente ante la tragedia que sucedía en el preciso momento en que él presumía en las redes, que empacaba manzanas y veía que el agua no dañara sus árboles de cerezo, en el rancho que le compró a Eliseo Mendoza Berrueto.

“El Campanario nunca debió autorizarse”, dijo a toro muy pasado y días luego, el deslindado delegado del gobierno federal, Reyes Flores Hurtado, lo declaró en respuesta al periodicazo enviado desde el Palacio de Coss, que evidenciaba a la escabullida CONAGUA. Y solo eso bastó, ya nada le replicaron a Reyes y nada más hizo.

Habían filtrado (los hermanos Hurtado Vera, Alberto y Néstor) que “el Campanario, fraccionamiento con más daños, fue autorizado irregularmente por Humberto Moreira Valdés, cuando fue alcalde de Saltillo y ratificado por Jericó Abramo Masso”, su mozo de estoques.

¡En la conciencia de los políticos desvergonzados y corruptos y de los fraccionadores insaciables y sobornadores (juntos y revueltos), quedan los muertos y los daños! 

“Político que pierde la vergüenza no sabe lo que gana”,  frase cínica atribuible al Diablo De Las Fuentes, exgobernador, viene “como anillo al dedoa los gobernantes aludidos por los negocios y el poder.

Por el drenaje

50 millones de pesos se “fueron por el drenaje“, en Saltillo y no necesariamente PARA EL DRENAJE (pluvial).

Manolo Jiménez dice que, UPS, “ya se gastaron“. No dice dónde y para qué propósito, si de campañas del PRI, de casas de Álvaro Moreira o de algún colector chaparrito y chicón. Pero ahora quieren más, de menos 400 millones (planea el exalcalde Oscar Pimentel, empleado de Manolo, sí, el del negocio de Aguas de Barcelona y Aguas de Saltillo, con Rubén Moreira), pero mejor que sean 1500 millones, dicen en el Ayuntamiento.

Ya enterrada la gente pobre y ya enterradas las violaciones a los reglamentos y autorizaciones municipales (fraccionamientos, catastro, desarrollo urbano, obras públicas, bomberos, protección civil); las violaciones estatales (catastro, registro público, tenencia de la tierra, protección civil); y las violaciones federales (aguas y arroyos, CONAGUA), el alcalde de Saltillo ordena resolverle el problema a su Familia y a los fraccionadores criminales que tapan arroyos y no canalizan, y por supuesto, con el dinero público (de los saltillenses).

En un descuido y el “generoso” Manolo, le hará el trabajo a los de Ramos y de Arteaga, al corrupto de Chema Morales y al sátrapa de Everardo Durán (el moreirista de allá).

¿Y las sanciones (municipales, estatales y federales, a privados y públicos), ¿y la reparación de los daños?, ¿y la justicia por los muertos?, ¿y el drenaje pluvial?, ¿y la canalización de arroyos?

Apellidos…

Musa, Mohamar, Garza, Verduzco, Elizondo, Jiménez, Mendel, Del Bosque, Salinas, Saade, Martín, López y faltan varios, faltan empresarios de fuera del estado que también hacen de la suyas (que fraccionan y se van). Todos fraccionadores y desarrolladores que tapan cauces y desaparecen, cuando hay agua.

En los negocios

Riquelme expande sus negocios de lotes en fraccionamientos residenciales: de Ramos Arizpe (y Saltillo, a más de los de Torreón y las propiedades en Canadá, eso dice Chema Fraustro, porque fue convidado),. Imita Miguel, a Los Moreira y a los Salinas.

Negocios y poder. Moreirato y corrupción… Y luego, por qué Coahuila está como está.

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