Si hay algo que no tolera el presidente más deshonesto que ha tenido México en su historia, es la verdad.
La razón es simple: muestra su absoluta incompetencia y su profunda ignorancia.
Por eso apela a los “otros datos”, para intentar ocultar lo que para la mayoría ya es evidente: el fracaso de su gestión.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que es un organismo internacional independiente de cualquier interés político en México, el desempeño de nuestra economía fue uno de los cinco peores durante el año pasado en Latinoamérica, sólo superado por Argentina, Perú, Panamá y Venezuela.
Las matemáticas, además, no se andan con contemplaciones ni cálculos políticos.
Por el tamaño de nuestra economía, el 9% perdido durante el 2020 es en números reales más severo que el 10% de Venezuela, aunque en números relativos el valor porcentual sea superior.
Eso, en palabras más sencillas se traduce en un mayor y más impactante cierre de empresas y pérdida de empleos. Y por supuesto, unos 9 millones de más mexicanos sumidos en la pobreza.
Este año sin duda será mejor.
Lástima que no tanto como pudo haber sido con un presidente un poco más sensato.
La contrarreforma eléctrica le va a costar al país 70 mil millones de dólares, sólo en litigios.
Pero el mayor costo está en las inversiones que ya no llegarán ante la enorme desconfianza que ha generado el gobierno federal y que se ve reflejado en los miles que están sacando sus fortunas de México por temor justificado por lo que pueda pasar.
Hay, por supuesto, quienes todavía creen que López Obrador es la esperanza para el país.
No están en esas filas quienes tienen la capacidad para activar la economía, generando más y mejores empleos.
Y resulta muy claro que el presidente no tiene la menor intención de conseguir su apoyo y participación.
Al cerrarse a la participación del sector empresarial perdemos todos.
Su resentimiento y sus envidias nos están costando demasiado caros. También los que apoyan pagarán el precio.
Aquí y así nadie gana.
@marcelotorresc