Los Aztecas y los Mayas eran tajantes en su forma de castigar a los infractores, las sociedades prehispánicas no tenían la propensión al delito que actualmente algunos consideran inherente a nuestra raza y que incluso el que debería ser nuestro líder, ha tenido el desatino de atribuir a nuestra cultura.
En la antigüedad las leyes eran simples pero brutalmente eficaces, y una característica de las dos grandes culturas que nos identifican en el mundo, era que los castigos subían de grado y crueldad para quienes tenían una responsabilidad social más elevada, tal era el caso de los nobles, los potentados, y los militares, donde los privilegios que ostentaban como aristócratas, palidecían comparados con la crueldad de los castigos con que se les penaba a ellos por la comisión de un delito.
El robo para Mayas y Aztecas era un abuso deleznable y por lo mismo escaso, los edificios en general carecían de puertas o elementos que contuvieran el paso libre de cualquier parroquiano a su interior, los bienes se dejaban al alcance de la mano, pues los delitos relacionados con el hurto se castigaban con rigor y crueldad absolutas, garantizando antes la retribución del daño causado a la persona perjudicada, de manera que aun cuando los castigos físicos oscilaban entre tatuajes en el rostro y la muerte a garrote, las penas sólo se cumplían después de que el infractor cumpliera con la retribución total del daño infringido a la víctima, más un multa similar que se entregaba al erario. Las sanciones se pagaban con trabajo forzado, y el infractor era esclavizado hasta cumplir con el monto de su deuda, y posteriormente se le aplicaba la pena física a que se le hubiese condenado.
El Gobierno actual nos avergüenza, el cinismo es escandaloso y denigrante, por un lado el candidato que tiene la mayor intención de voto, hace gala de su pragmatismo inconsciente, y ofrece perdón y gracia a dos de los más repudiados bandidos sindicales del país, una, la encargada por décadas de la educación de nuestros hijos, quien se placeaba con atuendos y bienes ostentosos en exceso mientras las escuelas se caían a pedazos; y el otro, el que se debería haber comprometido con el bienestar de su vulnerable gremio, y sin embargo arrebató a las familias de mineros fallecidos, el fondo de contingencias establecido para protegerlos, rematando su hazaña fugándose a vivir como príncipe a Canadá a costillas de las familias enlutadas; por otro lado, al candidato que ocupa el segundo lugar se le acosa con todo el poder del gobierno para hacerlo parecer delincuente, repitiendo reiterativamente que cometió actos de corrupción, refiriéndose con todo ello a un negocio entre particulares, en el que no se encuentra afectado alguno.
Pero lo que más indigna, es la desfachatez del acusador y miembro del actual gobierno, quien además de usar a la cosa pública para señalar a su contrincante, es omiso para castigar delitos perfectamente acotados y documentados que permanecen inexplicablemente archivados, no obstante que afectan al patrimonio público con montos que superan miles de millones de pesos que bien pudieran repartirse entre cientos de miles de niños y adultos damnificados por los terremotos de septiembre.
Sin duda las palabras del Nazi Goebbels resuenan en nuestras mentes: “Acusa a tu contrincante de aquello que tú eres culpable, pues una mentira dicha mil veces se transforma en realidad”.
Hoy abre tus ojos y tu mente, observa con cuidado lo que pasa a tu alrededor y al momento de votar no pienses en un político, piensa en ti.
¡Que Dios Nos Bendiga!
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