No me vengan con que mi palabra es mi palabra

El mérito de un corrupto capo como Rubén Moreira ha sido llegar a la coordinación de diputados del PRI y encharcar en negocios turbios con dinero de Coahuila, al también corrupto dirigente tricolor.

Se trata de que luego de una gubernatura plagada de criminalidad asociada, de corrupción extrema, de despojos y dinero sucio de los sobornos, El Gordo consigue una diputación pluri y la coordinación de su bancada.

La tríada maligna: Alito Moreno, Rubén Moreira y Carolina Viggiano, se apoderaron de la dirigencia nacional del PRI y con ella hacen arreglos bajo la mesa con MORENA, a cambio de impunidad.

Zurdo, cobrando con la derecha

Al gobierno de Coahuila escaló Moreira, hace años, a cargos ínfimos llegó con una mano atrás y otra delante, desfajado y fachoso, diciéndose comunista y odiando a los ricos; renegando del magisterio porque sus padres eran maestros pobres y él, el ingrato, “no comía de prestigio de bisabuelos” (y come).

Llegando a la gubernatura rápido se enriqueció, aprovechó la popularidad de su hermanito Humberto (él es antipático y grotesco). Ambos hambrientos de ser y tener, pasaron a mejor vida sin morirse y regentean desde el 2006 la Tesorería de Coahuila y se resisten a dejar la ubre succionadora.

Ahora cobra con la derecha y se embarra de melcocha.

Vende caro

“Vende caro tu amor, aventurera”, reza la estrofa de una canción y es también la descripción de un tipo corrupto que para seguir delinquiendo, vende a su partido, traiciona a la alianza electoral con el PAN y PRD y desprecia  una moral (tan inmoral), que le resulta incomoda.

Su intención es seguir robando a los coahuilenses y lo ha conseguido hasta ahora, por una sociedad agachada, un panismo entreguista y una escuela del crimen.

Por el pacto que presumen de que AMLO les despeja el camino para un moreirato de 6 años más, por eso la división “opositora”, por eso Guadiana y los golpes a MORENA.

No me vengan

Cruzadas las votaciones para las reformas de la militarización, el presupuesto 2023 y el Plan B electoral, ya los votos vendidos (de los vendidos del PRI a MORENA), son cosa pasada.

Si hubo un “no me vengan con que la ley es la ley”, por qué no un “no me vengan con que mi palabra es mi palabra”. López Obrador puede cambiar de opinión, lo hace a menudo y sin cargo de conciencia .

La elección de Coahuila no está escrita; dos meses de campaña, guerra sucia y cuchareada federal, pueden cambiar la ecuación.

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