Despidió a su maestro, don Onésimo Flores Rodríguez, una comunidad estudiantil agradecida. Rindió Honores Póstumos, su tan querida Facultad de Jurisprudencia, a la que entregó buena parte de su vida profesional.
Autoridades universitarias, maestros, consejeros y alumnos, inclusive los trabajadores, dieron un adiós sentido a quien al paso de las aulas y la dirección, dejó huella. Un Homenaje de “Cuerpo Presente”, merecido y serio, vistió de gala a los enlutados recintos de Jurisprudencia, ese triste domingo.
EL HOMENAJE
La plana universitaria en pleno, rendía al maestro sus respetos.
Ninguna autoridad estatal ni municipal asistieron (seguro porque era un evento universitario).
• Los testimonios
Óscar Nájera Davis… Reflexionaba sereno pero entristecido, el Magistrado desde el pódium
“Esta vez no ha podido ser el anfitrión de gala que, con señoriales atenciones, nos daba una cálida bienvenida y hacía de sus reuniones, la buena cocina y el vino excelente; donde emergía la plática exquisita o la discusión crítica que él matizaba magistralmente, través de un ameno departir entre anécdotas, bromas, recuerdos, añoranzas; pero también, con un censor juicio crítico del presente y una mirada alentadora al porvenir”.
“Como muchos de los aquí presentes, tuve el gusto de ser su alumno”. Hombre, no solo de palabra, sino de acciones. Con la visión del jurista que se halla anclado a su realidad política. Él nos abrió las puertas de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, y tendió los puentes con autoridades y maestros. Con la misma visión academicista forjó y consolidó lazos de intercambio con universidades estadounidenses. Su carácter inquieto, su bonhomía y su aguda percepción de la realidad. Onésimo, como director, dio paso a una nueva generación de maestros jóvenes. Tuvo el gran acierto de incluir a más mujeres como catedráticas. su acción académica más relevante fue la implementación de un nuevo plan de estudios, más acorde a las demandas del siglo. Los 6 años de su gestión como Director de la Facultad”.
“Onésimo nos legó una obra, que lleva el signo distintivo de su personalidad. Nos transmite su amor por el arte, su pasión por la historia, y una manera memorable de reconocer a las instituciones. Como Notario, nos deja también lecciones que valdrá la pena nunca olvidar. Soy testigo también de que nunca rehuyó a su responsabilidad.
Se detuvo a contemplar esta ciudad de montañas azules”.
“Nobleza obliga”, frase con tanto sentido humano, cierra la intervención del abogado Nájera. Frase tan relevante, que sirve de título a esta publicación.
La presidenta de la Sociedad de Alumnos… Entrecortada la voz. Se dirigía al maestro, paciente ahora, en su ataúd “de buena madera”.
Habló del querido maestro. Del respetado maestro. Del visionario maestro.
“El viejo que batallaba para caminar, pero que nunca faltaba, que pedía poner triple falta al que llegaba tarde o no iba a su clase”.
“Preparaba su clase, enseñaba más allá del texto. Apreciado y respetado por tantos. Nos deja un legado enorme a la Universidad y a Jurisprudencia”.
El Rector, Salvador Hernández Vélez… Anfitrión de un justo Homenaje Póstumo, de Cuerpo Presente
Se dirigía el rector, al maestro Onésimo, con reverencias leídas. Muestras de respeto que seguro recibía en espíritu presente (Onésimo Flores), aunque su cuerpo inerte aguardaba en silencio, ese homenaje ganado a pulso. Y su alma de poeta, ya cumpliendo siglos.
Lo trató de amigo. Habló de su libro cumbre, dedicado a su Saltillo “La Ciudad de las Montañas Azules”. Leyó la reflexión de las dos vidas y resaltó el gusto del ilustre homenajeado sobre la profundidad del tema. Reconoció su legado trascurrido en tres décadas de entrega franca a su Facultad amada, a sus alumnos venerados.
A su Universidad, fiel y con aguda “valentía dócil”, (aun con las incomprensiones).
Su hijo: Onésimo.
Agradecía estar ahí, por su familia… Por su Padre.
Refería al Magistrado Nájera, y sus acertadas palabras: que describen a su Padre y explican su vida. Que “defiende sus defensas” y ponen las cosas de Onésimo, claras.
Habló agradecido, del Homenaje entrañable de ese triste momento, y del que le dieron sus alumnos al donar su sangre al maestro agonizante”. Del corazón que fallaba en el Hospital porque estaba entregándose a las aulas del recinto universitario. De Jurisprudencia.
Habló del rector y las deferencias a su Padre al declararlo oficialmente “Maestro de Tiempo Completo”, 4 días antes de esa fecha fatal. Aunque lo hubiese sido por más de 30 años.
Su hijo, Rodrigo
A bote pronto, sin programa ni agenda, tomó el micrófono Rodrigo. (Ya el féretro se encaminaba, lento, escoltado por Armando Guadiana, el rector, el director y los maestros).
Parecía un efecto de tiempo exacto. La despedida del espacio universitario, y al tiempo, el caustico mensaje de Rodrigo: “Mi padre les agradece” (dicho como si escuchara el “intuitivo hijo” el menaje del “intelectual Padre”, muerto pero presente).
Mi Padre “abogaba por causas difíciles que nadie seguía, se alineaba del lado de los desprotegidos. Creía en las luchas por ser mejores, no vencerte ante las adversidades, fue su valor. Trataba a sus alumnos como sus hijos. Entregaba su vida a la cátedra. Sus poemas llevaron ese menaje. Era un adelantado a su tiempo. Tenia el poder de ver mas de los problemas que podían venir, que podían suceder”.
• Las Guardias de Honor
Rector, ex directores Maestros Alumnos Notarios Trabajadores
• El Auditorio Familia Amigos Colegas Alumnos Maestros
Nuestra crónica del “final terreno”, del Homenaje
¡El maestro se ha ido, pero su inquebrantable espíritu permanece! Descansa en Paz, Onésimo.
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