La Quimera en la mitología griega era una bestia formada de partes de distintos animales, todos ellos temidos por los humanos. En el mundo contemporáneo, sabemos que las quimeras no existen, aunque, tal vez si reuniéramos las características de algunos de los peores presidentes del mundo, podríamos hacer una especie de quimera.
¿Qué tal si comenzamos tomando la megalomanía de Trump y también una buena dosis de su intolerancia para con los medios que se atreven a criticarlo? Luego, reunimos la torpeza de Nicolas Maduro cuyas decisiones han hundido a Venezuela en una de las peores crisis económicas que haya visto la humanidad, con inflaciones que superan 2 mil 600 puntos porcentuales. Finalmente, le agregamos el trastorno de despersonalización que sufría Hugo Chávez, quien sentía que era la reencarnación de Simón Bolívar. ¿Qué es lo que obtenemos? Adivinan, se trata de López Obrador.
Andrés Manuel, que se siente el Madero del Siglo XXI, reúne en su persona algunas de las más detestables características de esos dictadorzuelos incluyendo su propensión a suponer que todo se resuelve a punta de decretos; y su tendencia a responsabilizar al “pueblo bueno y sabio” de sus decisiones, incluyendo, las más estúpidas; calificativo que, por cierto, utilizó el prestigioso diario británico The Financial Times, para referirse a la cancelación de la obra del aeropuerto de la Ciudad de México.
Como el todo es más que la reunión de sus partes, AMLO, nuestra quimera, ya fue capaz de lograr algo que ni Trump ni Maduro ni Chávez pudieron hacer: causar una crisis sin siquiera haber asumido de manera formal la Presidencia y, encima, burlarse con su sonrisa socarrona, como si hubiese hecho una gracejada; casi, como diciendo: “si ya sabían cómo era, para qué me elegían”.
Lo dijimos de manera oportuna: AMLO es una amenaza para México. Sus delirios y trastornos, además de su soberbia y desfachatez, van, como ya lo estamos viviendo, a poner a la economía en jaque. Si no se le enfrenta con inteligencia y legalidad, no tardaremos en ser una nueva Venezuela; tiempo al tiempo!
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