Dicen algunos que la economía es como los toros. ¿Será?
Terminó el primer cuatrimestre del año, el primer tercio en lenguaje taurino. En ese tercio, el de varas, el matador mide la bravura del astado, procura sacarle algunos pases de verónica, gaonera o chicuelina y se le castiga con la pulla.
Para la corrida del 2017 se previó un toro de Miura, de encaste indómito y salvaje. No obstante, nuestro torero, Pepe Meade, Secretario de Hacienda, ha sido hábil con la diestra y ha logrado dar gráciles capotazos a los principales riesgos que se preveían a principios del año.
El peso ha experimentado un histórico fortalecimiento y el mercado interno se consolida a pasos agigantados. El comportamiento mensual ascendente y sostenido de los índices de confianza del consumidor, así como los incrementos sustanciales en los indicadores de ventas al menudeo y de exportaciones, son muestra de un dinamismo económico materializado en una nada fácil percepción ciudadana.
Y aunque el toro comenzó la corrida muy altivo y desbocado, amenazando con saltar a los tendidos con niveles inflacionarios por encima de los deseados, el Gobernador del Banco de México también ha sabido embestir a la bestia de manera precisa con la pica y aplicar la presión correcta para dosificar su ímpetu y facilitarle la lidia al matador.
La cuadrilla de banderilleros, compuesta por los secretarios de Economía y de Relaciones Exteriores, se ha lucido con una colocación magistral de sendas banderillas en el lomo de la res bravía.
Sus acertadas y responsables intervenciones en torno a la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte y a la relación bilateral con Estados Unidos, han dado tranquilidad y certeza a los mercados y a los inversionistas, enorme logro si tomamos en cuenta los pronósticos vigentes al momento del triunfo de Trump.
Aunque la volatilidad internacional amenaza con chubascos y tormentas para el resto de la corrida, la expectativa del respetable es que las condiciones son favorables para que nuestro matador se adorne durante el tercer tercio con la muleta, dé una certera estocada para llevarse orejas y rabo y salir así en hombros del coso.
¡Olé!