Otra vez Coahuila se pronuncia por la nación y con un puñado de hombres valientes y decididos entre ellos J.B.Treviño, Lucio Blanco, Francisco Sánchez Herrera, Cayetano Ramos Cadelo, Alfredo Ricaut, Pedro Vázquez, Juan Castro, Dr. Rios Zertuche, Aldo Baroni, Santos Dávila, Benecio López, Ruperto Boone, Lucio Dávila, Álvaro Rabago, Luis Menchaca, Francisco Aguirre, Francisco Destenave C. entre otros (próximas columnas, haremos pase de lista de los firmantes del plan de Guadalupe), formaron parte del ejército constitucionalista; ellos con Carranza, su gobernador, observaron desde Coahuila los vergonzosos acontecimientos que se presentaron en la capital del país del 9 al 18 de febrero de 1913, cuando disidentes se levantaron en armas comandados por el general Manuel Mondragón y pusieron en libertad a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz que estaban presos y decretaron estado de sitio.
Al caer herido el general Lauro Villar, defendiendo el Palacio Nacional, Madero nombró en su lugar a Victoriano Huerta. Al paso de los días se solicitó la renuncia de Madero y José María Pino Suárez, lo cual fue rechazado. El 17 de febrero Gustavo A. Madero descubrió que Huerta estaba en arreglos con los opositores y lo llevó ante el Presidente, quien no creyó en sus palabras y lo liberó
Poco después Huerta firmó un acuerdo con Félix Díaz, en su calidad de jefe del ejército federal, consumando su traición destituyendo al Presidente y al Vicepresidente, el acuerdo tuvo lugar en la sede de la embajada de Estados Unidos en México, con el apoyo del embajador Henry Lane Wilson y es conocido como el Pacto de la Embajada. Ese mismo día Madero y Pino Suárez fueron apresados y obligados a renunciar al día siguiente.
El 20 de febrero Victoriano Huerta fue designado presidente mediante una serie de maniobras ilegítimas, por lo que sería conocido como «el usurpador», fue ésta una alta traición vía golpe de Estado. La revuelta culminó el 22 de febrero con el asesinato de Madero y Pino Suárez; estos hechos son conocidos como “decena trágica” (por el lapso de diez días que va del 9 al 19 de febrero de 1913).
Carranza reacciona ante la traición que huerta consumaba en agravio de nuestra nación y toma las medidas legales y políticas indispensables para oponerse, resistir y afrontar al usurpador, por lo que el mismo día 19 de febrero de 1913 el XXII Congreso Constitucional del Estado Libre y Soberano de Coahuila, emitió el decreto número 1421, en el cual se desconoció a Huerta como Jefe del Poder Ejecutivo de la República, así como, todos los actos que dictara con ese carácter, al mismo tiempo le concedió a Carranza, en citado documento, facultades extraordinarias en todos los ramos de la Administración Pública para proceder a armar fuerzas, para coadyuvar al sostenimiento del orden constitucional en la República. También se exhortó a los gobernadores de los demás Estados de la República y a los Jefes de Fuerzas Federales, Rurales y Auxiliares de la Federación para que secundarán la actitud del Gobierno del Estado de Coahuila.
Carranza para poder cumplir con la misión asignada por el Congreso de su Estado, tuvo la necesidad de crear un ejército para enfrentar y sustituir al Ejército Federal.
Otra vez, Coahuila y desde Coahuila, se reacciona contra la imposición y la traición, otra vez los coahuilenses, entregan hasta su vida y con determinación patriótica, levantan las armas en contra del usurpador, contra el ilegítimo, contra el que impone su ambición personal por encima de la voluntad del pueblo.
Es por ello, que sustentada con un procedimiento legal y legislativo el ejército constitucionalista de Carranza venció al tirano y los traidores. Somos estirpe de patriotas, de nacionalistas y de quienes antepusieron la legalidad a la imposición. Somos la tierra del cambio, la tierra de la esperanza y la tierra del trabajo, desde el semidesierto de México, OTRA VEZ COAHUILA, deberá crear plataformas de pluralidad incluyentes, garantizar a nuestras generaciones la estabilidad pero con libertad, con democracia en donde todas y todos sean escuchados.
Por eso no dejemos de sentir el pulso del pueblo, porque ese pulso, ese torrente de ánimos y voluntades es lo que otorga vida, ánimo y empuje a los coahuilenses.