Para ellos no hay tregua navideña.
Roto hasta el pasado, no queda sino escupir verdades.
Ahora Rubén está cerca del final. Se va. Termina. Deja de ser. Y Humberto quiere ser. Lo que sea, no importa, quiere ser.
Ambos saben existir a partir de los reflectores, frente a la gente, usufructuando poder. Y Coahuila sigue siendo el botín. Un botín que ya no quieren repartirse.
Quiero suponer que hace mucho que no se reúnen en Navidad, que la maestra, su madre es la que más sufre por esta confrontación que ya rebasó todo, que ya tiene un muerto y mucho odio.
Los hermanos Moreira.
Humberto, el Profe, como lo siguen reconociendo en las calles de Coahuila, quiere ser diputado. Por el PRI. Y el gobernador priista Rubén no quiere que lo sea. Punto. Así se lo hizo saber al nuevo líder priista que no los conoce, que él como mandatario de su estado, como primer priísta, va a sacar adelante la elección pero sin Humberto.
Atrás, muy atrás, quedaron los días cuando Rubén llegaba a comer a mi casa en Saltillo y repetía: Dile, ayúdame, a ti te oye porque quería ser gobernador. Quería tener todo el poder en sus manos.
La semana pasada circuló una carta de Humberto sobre sus aspiraciones políticas locales. Y ahí puso como basura a su hermano: “… después de haber construido la carrera política del actual gobernador, cargo al que ni en sus mejores sueños logró alcanzar”.
Es cierto. Humberto construyó, como gobernador, la carrera política de Rubén. En eso no hay un ápice de mentira. Rubén le fue diciendo cómo, por cierto. Quería el PRI y el PRI estatal tuvo. Quería ser diputado federal y diputado federal fue. Quería, quería, quería más del poder que tuvo. Que era inmenso.
Y Humberto dudaba. Dudaba y dudaba y dudaba pero le ganó el cariño fraterno. Lo que, obvio, no sucedió del otro lado.
Ahí, en esa carta que su hijo hizo llegar a los medios de comunicación locales, Humberto dice que es su hermano, el gobernador, quien por “caprichos” no le permite ser diputado local, cuando él ha ganado todas las elecciones de la historia. Le reclama nunca haber “aclarado” que lo que llaman “deuda en lugar de llamar inversión”, que haya quedado callado…
O sea que Humberto se hartó.
En su larga carta, importante, acepta que uno de sus errores como gobernador fue permitir que Rubén pusiera “en puestos clave a sus allegados” quienes le han hecho “un mal muy grande”.
Le reclama, pues, que haya cogobernado con él.
La carta, sus palabras, circulaban en Coahuila cuando vino un “parón”, grande, de la oficina del Presidente Peña Nieto. Solamente él, que tiene un compromiso, que lo ha apoyado en las peores circunstancias, podría “pararlo”.
Vino un “estate quieto”, un “quédate callado” que todavía sigue retumbando.
El Presidente Peña no quiere perder las elecciones de Coahuila, y le dicen, o piensa, o sabe, que contra Rubén no puede ganarlas. Ya en esa entidad hay un “Bronco”, un candidato independiente que tiene todo el apoyo de quien fuese su jefa, también presidenta del CEN del PRI, Beatriz Paredes. Un eterno aspirante que los Moreira han frenado: Javier Guerrero.
Que va a hacerles ruido, mucho, en el proceso electoral.
Con ese “estate quieto” del Centro del país al Profe no le quedó sino recular. Y negar. Así nos enteramos que la carta es apócrifa, que no la escribió Humberto…
De pena ajena, porque hasta el estilo atrabancado es de él, imposible negar autoría.
Y calladito siguió operando, siguió en lo suyo… porque el actual líder del PRI Ochoa Reza, con cierta ingenuidad, ya le lanzó un ultimátum, sin nombre propio… un ya no amenaces con irte… ya vete que tiene que haber cimbrado a Humberto.
¿Es un mensaje presidencial? ¿Atisbamos un rompimiento entre Humberto Moreira y Enrique Peña Nieto? Sería gravísimo de cara a la inmensa descalificación social que vive el primer mandatario. ¿Le sabe algo o mucho Humberto?
Las relaciones del poder. Del poder local. Del poder federal. Las relaciones del poder nunca han estado tan contaminadas y tan peligrosamente dañadas… al tiempo…
En Tuiter: @isabelarvide
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