Parte Alta de la Primera Entrada para el Coronavirus

Viajaría en primera clase desde China a mi casa si tuviera un dólar por cada vez que escucho a alguien decir: “Ahora en vacaciones iba a ir a (cualquier lugar lejano como Nueva York, Venecia, Los Ángeles, Bogotá o Wuhan) pero, no vale la pena el riesgo. ¿Verdad?” O la frase: “Yo ya no saludo de abrazo, de beso, ni tampoco de mano; mejor choca mi codo”; o la pregunta: “¿Fuiste de viaje? ¿Traes gripe?” Seguido de cubrirse la nariz y boca, riendo como de broma, pero no de broma, con el lenguaje corporal que mantiene distancia.

Tanto en México como en los Estados Unidos, el COVID-19 o Coronavirus, es como el clima: todo mundo habla de ello, pero nadie hace nada al respecto. Existen muchas razones por las que la gente no hace nada, aquí les dejo cuatro ideas del porqué pienso que lo que hasta ahora hemos vivido son sólo los primeros copos de nieve de lo que será una tormenta llamada COVID-19.

  1. El sistema de salud estadounidense y mexicano están diseñados para promover la propagación del COVID-19.

Hace unos años, un amigo que vivía en China se rompió el codo brincando en un trampolín. Fue a la sala de emergencias local en el Hospital General de Shanghái, lo recibió una enfermera, le tomaron una radiografía, se reunió con un médico para una consulta y le pusieron un yeso en el brazo; todo eso por un total de alrededor de $70 dólares. El pago fue sin seguro.

En los Estados Unidos, las cosas funcionan de manera diferente. Una persona que venía regresando de China a los Estados Unidos; sintió que se estaba enfermando de algo parecido a la gripe y en lugar de comprar un poco de NyQuil o Theraflu en la farmacia local e irse a reposar a casa, este individuo apeló a su conciencia social; acudió a un hospital local para hacerse un análisis de sangre para ver si había contraído el COVID-19 y afortunadamente resultó que sólo tenía una gripe normal. Sin embargo, el gusto le duró dos semanas cuando recibió el reclamo de su compañía de seguros por $3,270 dólares por su visita al hospital, del cual él “sólo” sería responsable de $1,400 dólares, el resto lo pagaría su seguro. Además de pagar su deducible, según el Miami Herald, el pago del seguro estaría condicionado a mostrar tres años de registros médicos para demostrar que su gripe no estaba relacionada con una afección preexistente, de lo contrario el total de la cuenta sería responsabilidad de nuestro amigo.

Al igual que decenas de millones de estadounidenses, este señor tiene seguro de gastos médicos barato e ineficiente (otros 44 millones de habitantes en la unión americana, no tienen ninguna clase de seguro médico). En los Estados Unidos, si llegas a una sala de urgencias con algún padecimiento, deben tratarte y el hospital evaluarán si piensan que podrías tener un virus, ya sea altamente infeccioso o no… pero tendrás que pagar, y pagar bien. Para el 49% de los estadounidenses que viven al día, hacerse la prueba de COVID-19 no es financieramente viable. El gasto podría ser la diferencia entre la bancarrota y el pago del automóvil del próximo mes. Esto significa que muchas personas en la burbuja del virus simplemente no se harán la prueba y los posibles transmisores deambularán libremente por los centros comerciales, cines y aeropuertos de todo el país. Al rato les platico más sobre el tema de los aeropuertos.

Es así como el COVID-19 puede propagarse mucho más rápido en los Estados Unidos, donde los delegados del virus mortal no pueden permitirse el lujo de hacerse la prueba, que en países con sistemas de atención médica más inclusivos. Ni siquiera tocaremos el tema de la hospitalización, sólo hablo de la prueba para saber si estás contagiado o no.

El candidato presidencial del partido demócrata Bernie Sanders, ese que dice “Quiero poner fin a la vergüenza internacional de que Estados Unidos sea el único país importante en la Tierra que no garantiza la atención médica a todas las personas como un derecho, no un privilegio“, podría tener un buen punto a su favor. En México tenemos o teníamos tres sistemas de salud públicos, el IMSS, el ISSSTE y la SSA; con el pretexto de que son ineficientes, por no llamarlos corruptos, desde hace unos diez años han querido desaparecerlos; escuchamos en los medios que “el gobierno no sabe de salud, debemos dejarle ese servicio (léase “negocio”) a los que saben: los mercenarios, perdón, los hospitales privados”. No estoy diciendo que los médicos sean mercenarios, conozco a muchos doctores que practican medicina en ambos sistemas y lo hacen con la más alta ética y disposición. El presidente de México está limpiando la casa, eso no se critica; lo que me llama la atención es la incapacidad hospitalaria que tiene el país para atender al grueso de la población.

  1. Todos los gobiernos mienten.

Pareciera que fue hace mucho tiempo, pero fue a finales de enero cuando estaba la gran controversia sobre si el gobierno chino decía la verdad con respecto al coronavirus. ¡Por supuesto que estaba mintiendo! Sería igualmente tonto afirmar que el gobierno estadounidense está diciendo la verdad sobre el coronavirus. No es ningún secreto que Donald Trump miente; según el Washington Post, en 1,095 días ha hecho 16,241 declaraciones falsas o incompletas. Del gobierno de México, “sepa la bola”; con tanto meme, bots y chisme cafetero, no tengo los datos; pero ya sea que se esté hablando sobre la cantidad de casos de coronavirus en los países o cuánto tiempo llevará desarrollar una vacuna, o que, si el virus se disipará en un clima más cálido, todo es mentira. No importa si es por ignorancia, ilusiones o una imaginación desbocada, simplemente no es cierto. Cualquier comunicado que venga de los mandatarios o de cualquier otra figura oficial bajo presión de acortar su carrera a costa del ridículo presidencial, hace que se frene cualquier instinto de decir la verdad.

  1. Los estadounidenses no tienen barreras sanitarias (o preparación para epidemias) como lo tienen “ellos”.

Hace unos días un corresponsal de medios comentó, como señal de que lo peor pudiera estar llegando a su fin, el dato que cada vez es menor el número de casos nuevos de COVID-19 en China. Puede que tenga razón, nadie sabe si en realidad, los esfuerzos de China han sido tan efectivos como se anuncia. El gobierno chino no está comprometido con la idea de que tal vez debería decir la verdad.

Sin embrago, no olvidemos que China llegó a su situación de control epidémico gracias a la más grande “cuarentena” de la historia. En los Estados Unidos, el COVID-19 ha provocado que Mariah Carey posponga un concierto, que Facebook cancele su Conferencia de Desarrolladores de F8 y ha hecho que muchos otros eventos y conferencias se cancelen o se retrasen.  No hay comparación entre los habitantes del cubículo privado que se pierden su viaje anual con la situación de los cientos de millones de estadounidenses a los que se les prohíbe salir durante semanas; un cerco sanitario así nunca funcionaría en los Estados Unidos. Es más, el cierre de China no ha terminado. ¿Qué hay de cuando decenas de millones de trabajadores migrantes vuelvan a fabricar piezas de iPhone en las abarrotadas fábricas en donde trabajan, o los que viven en pequeñas habitaciones y comparten gérmenes que se trajeron al viajar como sardinas en un tren?

Las salvaguardas más básicas no existen en los Estados Unidos ni en México. En los aeropuertos, precisamente en donde las epidemias se mueven de un lugar a otro, de costa a costa y de frontera a frontera; en los Estados Unidos, desde Boston hasta Orlando, pasando por los centros de Atlanta o Houston; o en México desde Mérida a Ensenada. ¿Saben el número de estaciones de monitoreo de temperatura que hay en los aeropuertos mexicanos y estadounidenses? Cero. Existen “calificaciones” que el gobierno americano da a los países a los que no quiere que visiten, pero los en los aeropuertos no hay una sola estación para revisar fiebre; en los alta voces repiten la misma canción que escribieron después de las demoliciones del 911, se puede escuchar cada diez minutos: “Asegúrese de no dejar ninguna maleta sin atender, si ve una pieza de equipaje que pareciera que no tiene dueño, repórtelo, etc.” En el Aeropuerto Internacional Logan de Boston, se agregó otro anuncio por el altavoz del aeropuerto recordando a las personas que se laven las manos.

En Singapur, país que se ha convertido en un modelo de control de epidemias, no se puede escupir un pedazo de chicle sin que le caiga a alguien que verifique si tienes fiebre. Por supuesto, si los aeropuertos en los Estados Unidos o México tuvieran estaciones de monitoreo de temperatura. ¿Qué pasaría con aquellas personas que presentan fiebre? No hay equipos de prueba para coronavirus disponibles; incluso si los hubiera, la mayoría de las personas no podrían permitirse el lujo de hacerse la prueba. El “Capitalismo del Desastre” está en su mejor momento; los mercenarios de la tragedia están muy ocupados ajustando precios o escondiendo producto, hoy no se consigue líquido desinfectante de manos en los supermercados, farmacias ni en el gigante Amazon.

  1. Las Redes Sociales y los Mercenarios de la Crisis.

Evitaré profundizar; es evidente que las redes sociales, aunado a la falta de conciencia y el exceso de protagonismo acéfalo, crean un caldo de cultivo para que la población potencialice la exageración y entre en pánico. Las publicaciones en redes sociales y en los medios se pasan de amarillistas. Encontramos títulos como “Nueva York declara el “estado de emergencia” ante el aumento de casos de coronavirus”, saben que con eso venderán más periódicos o habrá más interacciones con sus portales virtuales y que solo un pequeño porcentaje de la población leerá el artículo que en realidad no dice nada de Nueva York, pero todo mundo lo compartirá y el medio gana publicidad. Otro tipo de mercenario son las compañías farmacéuticas. ¿Se acuerdan de los virus de sus computadoras, esos que se propagan en la red y te obliga a contratar un antivirus? Luego se supo que las mismas compañías creaban esos virus para después vender los antivirus; como ahora ya no son antivirus, los mercadólogos virtuales ahora se venden “Escudos” que resguardan tus datos personales, protegiéndote del robo de identidad y de sus consecuencias. Crearon un fantasma y caímos; bueno, las compañías que hacen vacunas y medicinas trabajan de manera similar; los comerciales vespertinos en la televisión son todos de medicinas y vacunas. El número de vacunas que existen ha aumentado 800% en los últimos treinta años. Es de pensarse.

Veamos números reales.

¿Significa esto que mucha gente va a morir en México o en los Estados Unidos debido al coronavirus?

Todo depende de lo que se defina como “mucha”; hasta ahora más de 3,300 personas han muerto por COVID-19 en todo el mundo, incluidas 14 en los Estados Unidos y CERO en México. La gripe estándar, la normal que se controla con Desenfriolito, ha matado a unas 16,000 personas en los Estados Unidos en lo que va de la temporada. Poco menos de 39,000 personas perdieron la vida en accidentes automovilísticos en las carreteras estadounidenses el año pasado, 24,000 en México; 84,000 estadounidenses murieron de diabetes el año pasado, en México fueron 98,000 muertos por diabetes. Si ampliamos el alcance, en el año 2018 405,000 personas en todo el mundo, en su mayoría niños, murieron de malaria. Dicen que todo es una estadística, hasta que se trata de ti o de alguien que te importa. Deténganse y razonen; en los Estados Unidos viven 328 mil millones de personas y hay 230 casos de coronavirus; en México hay 129 millones de habitantes y sólo tenemos cinco casos de coronavirus, uno ya dado de alta y ninguna muerte. No digo que no se tomen las precauciones adecuadas, como con cualquier infección; pero una cosa es tomar precauciones y la otra es ir a saquear y sembrar el pánico en los habitantes con encabezados amarillistas.

De los vecinos del norte, ni hablemos; son la sociedad más manipulable del planeta; de ellos se puede esperar cualquier reacción con tal de alimentar su posición como los ciudadanos más importantes del mundo.

Actuemos con calma.

Mientras tanto … yo me voy de viaje.

TODO COMIENZA EN UNO.

OS

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