Pepe Alvarado, sin duda fue uno de esos tipos geniales que distinguen a Coahuila y que la historia de este gran estado no podrá decirse bien sin decirlo a él. Sin contarlo.
Tuve la suerte de toparme con Pepe hace ya 40 años. Difícil describir a don José de Jesús Alvarado García sin omitir algo interesante de su hoja de vida.
Fue un hombre polifacético y con dones muy especiales.
Un gran arquitecto
José de Jesús Alvarado fue un buen arquitecto. Un gran profesionista de la arquitectura y ciencias colaterales (las dominaba todas).
No creo que por estos lares norteños haya existido un experto en planeación urbana tan acucioso y honesto como JJ. Es Pepe Alvarado el padre del “Plan Parcial de Desarrollo”.
También ese sector (de la planeación urbana) debe sentirse de luto por tan significativa ausencia.
Un buen conversador
Hablar con Pepe no era sencillo ni era cualquier cosa. Hablaba con seguridad, disertaba en una charla suave y dogmatizaba en una conversación más prolongada.
Tomaba la palabra, Pepe, y se acabó el tema. No soltaba el micrófono pero… ¿y para qué?, si seguirlo era difícil por sus conocimientos bastos en tan variados temas, ni se diga en hablando de cómo deben crecer ordenadamente las ciudades.
No le tocarás el enfadoso tema de los desarrolladores urbanos gandallas (que abundan en Saltillo), porque se crecía al castigo como los toros bravos y, sacando la casta y plantándose con trapío, daba una faena en plaza grande. Los describía uno a uno y los ponía en su sitio, con una categoría que solo da la honesta práctica profesional y el conocimiento de causa. Tantas veces los puso en orden, aplicando los desoídos reglamentos (sin miedo a las represalias). Pidieron su cabeza más de una vez, y no se inmutó ni sus jefes cedieron porque, con técnica y la Ley, cuidaba la espalda a la institución que servía, más allá de los compromisos.
Sabía de historia y de la vida. Entendió muy bien la política al inteligente grado de no involucrarse en ella. Conocía a muchos políticos y estos lo buscaban por consejo y para aconsejarse, aun con el rigor de sus opiniones (francas y directas). Quizás por ello.
Su humanismo era ortodoxo, con carácter de humanidad amplia. Un hombre bueno disfrazado de rudo. Un exigente jefe de sus subordinados y un líder auto opacado.
Probo y servidor
Sí, fue funcionario público una buena parte de su ejercicio profesional. Sabía que tras los planes rectores de desarrollo urbano andaban los demonios y que como dicen los abogados gringos, “en los detalles está el diablo”.
Un tipo único en su arquetipo (uno hecho a mano). Honesto a carta cabal aun inmerso en el corrompido mundo del desarrollo urbano, en el abismal sector público.
Contado con los dedos de una mano, como los buenos amigos, así fue como servidor público. Servía sin esperar y lo hacía públicamente. Fue siempre él mismo, en lo privado y en lo público. En la amistad y en el despacho.
“ Un garbanzo de a libra”
No es el caso, no hablo bien de Pepe porque se haya ido; habló bien de él porque no hay de otra, fue bueno y excelente.
No es un epitafio este, porque no soy quien, no es un resumen de su vida porque me faltan muchos datos relevantes que poder destacar.
En medio de tanta corrupción y de la basura política acumulada por las calles de nuestra amada tierra, Pepe Alvarado fue aire limpio, fue certeza en el servicio público y en la consultoría especializada.
Ah, pero su gran valía fue su corazón de oro. Bastaba conocerlo un poco para adivinar su generosidad y su don natural de catedrático de la vida (no se si Pepe fue maestro frente a grupo, sé que lo fue frente a grupos y particulares). Pepe era un profesor.
“Un garbanzo de a libra” dio la cosecha, pero se ha agotado.
Pepe por aquí anda aunque digan que se fue.
QEPD don Pepe Alvarado.