Polybius confundido

Monarquía, Tiranía, Aristocracia, Oligarquía, Democracia, Demagogia u Oclocracia.

Si a ti te preguntaran hoy, de entre los anteriores, ¿cuál es el tipo de sistema político que rige a México?, ¿qué contestarías? Antes de empezar a pensar en qué significa cada una de estas palabras o cuáles son tus preferencias personales, de antes y de hoy, por favor trata de olvidarte de Xóchitl y de Claudia, y sus equipos. Olvídate de Samuel, si es que lo alcanzaste a tener en el fosforadar. Trata de ubicarte en los últimos 30 o 40, pero también en los últimos 5 años de vida política en México y entonces sí, por favor, ponte a pensar en qué es cada una de esas palabras y en cuál ha sido, y es, tu impresión de lo que se vive en México. Antes de querer contestar, platiquemos del señor Polybius (Polibio en español). De acuerdo, yo tampoco sabía quién era ese tal señor Polybius. Es más, ni siquiera es claro si tenía algún apellido y hasta hace unos días yo no tenía idea que hubiera existido. El tal Polybius, griego, nació en el año 200 antes de Cristo y fue un reconocido historiador (según dicen los libros) del período Helénico, ese período que seguro todos deberíamos saber cuándo fue (entre la muerte de Alejandro Magno -323 AC- y la muerte de Cleopatra -30 AC-), justo antes del surgimiento del Imperio Romano. El señor Polybius es el autor de “Las Historias“, donde analiza los cambios constitucionales, separación de poderes en el gobierno y los controles y equilibrios (checks and balances) para controlar el poder. Se dice que el trabajo de Polibio influenció a Montesquieu, John Locke e incluso a los autores de la constitución americana, así es que no es un “tuitero” promedio.

Polybius fue probablemente la primera persona que trató de explicar los ciclos de la política y forma de gobierno “modernos” (aplicable desde hace 2000 años, por lo visto). El amigo Polibio sugería que todo empezaba con tribus y familias que eventualmente elegían a un rey, estableciendo una monarquía. La monarquía, a su vez, tendía al despotismo que desemboca en tiranía y una revolución de la nobleza. Cuando los nobles se rebelan imponen una aristocracia (mandan los nobles) pero estos tienden a la corrupción que genera una oligarquía (mandan los ricos y poderosos). La oligarquía genera una revolución de la gente y esto tiende a imponer una democracia. Una vez instalada la democracia, el populismo se hace presente y este evoluciona hacia la demagogia, que apela a los miedos, prejuicios y emociones de la gente, lo cual deriva en la instalación de una oclocracia (manda la muchedumbre, en bola, sin orden) y esta, a su vez, provoca un caos que establece las condiciones necesarias para regresar a la tiranía. Así, el ciclo se repite para siempre. 

Estamos hablando que el señor Polybius pensó en este ciclo hace más de 2000 años, pero si él viviera en el México de hoy, probablemente estaría en los principales programas de televisión y redes sociales tratando de explicarnos cómo es que nuestro país, hoy, puede estar en todas las etapas de ese ciclo que él describió al mismo tiempo. Sí, en México tenemos a alguien en el palacio que hay días que se siente rey (Monarquía), que, a ratos, especialmente en sus monólogos mañaneros, se comporta como déspota y provoca a los “nobles” (los de siempre). Estos nobles están listos para reestablecer la aristocracia u oligarquía que (les) ha funcionado por varias décadas, sin importar el riesgo de una revolución popular. Siguen, el “rey” y oligarcas, vendiéndonos la idea de que vivimos en una democracia (con instituciones copadas por unos y otros), mientras la demagogia y la posverdad se adueñan de todo lo que hay alrededor, cultivando el terreno para que las muchedumbres (oclocracia) “tomen” el poder cuando en realidad lo que hay es un caos que solamente nos pondrá en el camino para el siguiente paso del ciclo: la reversión a la tiranía. Esa reversión equivale a seguir atorados. A hacer como que elegimos perfiles transformadores, mientras ellos hacen como que transforman. A pensar que, ahora sí, el que viene es el (o la) mesías. O descontar que seguir con más de lo mismo no puede ser tan malo. Pasos de enano para un país urgido de brincos de gigante.

Si el señor Polibio viviera hoy, y pudiera observar lo que pasa en México, estaría muy confundido. Se daría cuenta de que el país está en manos de un señor que a ratos se cree rey, infalible, elegido por el destino y, probablemente, por el mismísimo Dios; al mismo tiempo entendería que México está plagado y dominado de una aristocracia oligárquica, amiga del “rey”, que es capaz de sostener sectores completos de la economía en condiciones preferenciales, sin competencia, con concesiones a modo y tratos preferenciales; mientras, el grueso de la población cree que vive en una democracia funcional, sin darse cuenta de que están rodeados de demagogia y populismo, que se reparte desde el poder y desde la oposición.

Polibio estaría apostando todo lo que trae en la cartera por una inminente reversión a la tiranía, por más que muchos estén contentos atorados en esta etapa de democracia-demagogia-oclocracia de la que no parece que podamos salir.

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