Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente y por fin, un grito solidario avanza y se extiende por el planeta: “salvemos la tierra”, fuera el plástico, limpiemos el agua, detengamos la contaminación del aire y de los océanos, contengamos el cambio climático, caminemos no contaminemos, frenemos la producción de basura, protejamos a las abejas, a los murciélagos, a los peces, eliminemos gradualmente la explotación del carbón y promovamos las energías limpias, frenemos la cría de ganado que produce gas metano, ya según estudios de la FAO, el sector ganadero genera más gases de efecto invernadero que el sector del transporte, además de que es una de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos, de ahí la urgencia de disminuir el consumo de los productos lácteos y cárnicos.
La enumeración es larga pero no se agota, es apenas lo más urgente, esta semana comenzó la campaña: “Una semana sin plástico”, promovida por una organización ciudadana que está en contra del “comprar sin pensar”, comer sin planificar; compra, compra, pero reflexiona, organízate para salvar al planeta, aunque muchos me han dicho que es demasiado difícil ¿porque tienes que razonar? es más fácil vivir obnubilado, ofuscado, tienes tantas decisiones importantes por tomar durante el día como para cuidar lo que consumes a diario y lo que come tu familia.
La ONU exhorta, “hay que actuar con contundencia y gravar a la contaminación, dejar de impulsar el uso de los combustibles fósiles”, suena muy fuerte, pero por algo hay que comenzar para que empresas como el Grupo México, entre otras, dejen de depredar, destruir y promover asesinatos industriales como en Cananea o en Pasta de Conchos; los funcionarios públicos sacan ganancias del saqueo, la rapiña y la malversación del medio ambiente.
Informarnos sobre la situación del medio ambiente es nuestro deber, la importancia de las regiones forestales de México va más allá de la reducida contribución de ese sector al producto interno bruto. Los bosques, selvas y la vegetación forestal abarcan más del 60% del territorio del país; representan el sustento de decenas de miles de familias campesinas; albergan una altísima diversidad biológica y prestan servicios ambientales fundamentales; las comunidades forestales que manejan activamente sus bosques representan un factor de empoderamiento de esquemas de gobierno locales que permiten el control de las actividades ilegales (UNAM, agenda ambiental).
El ambientalismo encendió la necesidad de incorporar las inquietudes de la humanidad de forma que, lo que no siendo humano, forma parte de su sustento. En las circunstancias en las que cundió la defensa de los derechos de otras culturas, la pluralidad y la reivindicación múltiple, apareció también la demanda de la diversidad biológica o la biodiversidad. De la misma manera en la que cundió la conciencia del respeto de las diferencias, de la sexualidad, de las religiones, de las culturas y las razas, así surgió la sensibilidad hacia los derechos de la naturaleza. Desde entonces, la idea que animó los derechos humanos se extendió, como una defensa humana más, a los derechos a las aguas, los bosques o los animales, en definitiva, al medio ambiente en general.
Así se ha reconocido de forma específica y detallada el derecho que tiene toda persona a vivir en un medio ambiente sano y a contar con servicios públicos básicos exigiendo a los Estados la promoción, protección, preservación y mejoramiento del medio ambiente.
La defensa del medio ambiente es una prioridad absoluta ya que la mitad de las especies que conviven con nosotros están en peligro de extinción; necesitamos una transición que no se base de la movilidad basada en combustibles fósiles y promover medios de transporte más sustentables, limpios y accesibles lo cual requiere una importante inversión en transporte público ecológico. Todos estos objetivos son posibles si existe voluntad política de las autoridades para preservar a la madre tierra.