El Obispo Emérito de Saltillo, Don Raúl Vera López y el sacerdote Pedro Pantoja Arreola recibieron un merecido reconocimiento por parte del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) por su incansable trabajo en favor de los pobres, de los más desfavorecidos en la sociedad y por su lucha incansable por la justicia social; Don Raúl trabajó como Obispo Coadjutor con Monseñor Samuel Ruíz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas a favor de los indígenas.
Al Padre Pantoja se le ofreció un agradecimiento póstumo con este reconocimiento. Acompañó a los mineros del carbón en la defensa de sus derechos laborales, especialmente de las condiciones de seguridad para su trabajo, la justicia a viudas, huérfanos y familias de los accidentes antes y después del siniestro del 19 de febrero del 2006 en el que fueron sepultados 65 mineros por la explosión en la mina Pasta de Conchos.
A Don Raúl su trabajo en favor de los pobres ha sido reconocido mediante premios y distinciones, como el reconocimiento “Hijo predilecto de Acámbaro” otorgado por el Ayuntamiento de su lugar de nacimiento. En 2010 recibió un premio entregado por la Fundación Rafto en Bergen, Noruega. Así como el reconocimiento titulado, «Voz por la Justicia», por su valiente defensa del migrante, de parte de la Casa Anunciación de El Paso, Texas. Fue candidato al «Premio Nobel de la Paz 2012», por su trabajo a favor de los derechos humanos en México, entre otros reconocimientos. Don Raúl ha sido un ministro incómodo para la gente del poder y dice: “La palabra pega en donde tiene que pegar”.
El padre Pedro Pantoja nació en el pueblo de San Pedro del Gallo, Durango, hijo de familia de obreros; ya siendo sacerdote participó activamente en defensa de la huelga de los obreros de CINSA-CIFUNSA. Fundó el primer albergue para migrantes en Ciudad Acuña, Coahuila, también ejerció su ministerio en Nueva Rosita y en Barroterán donde su trabajo a favor de los mineros fue continuo y solidario, estuvo también en Monclova, ahí apoyó las huelgas de los obreros de AHMSA.
Estando en Saltillo en el año 2002 inició la defensa de los derechos humanos de los migrantes para edificar un refugio que albergara a ciudadanos de Centroamérica y el mundo que huían de la pobreza y violencia buscando asilo en los Estados Unidos; así comenzó la edificación del albergue más grande del norte de México, por el que han pasado miles de migrantes en su mayoría Centroamericanos de Honduras, Nicaragua, Salvador y Guatemala, aunque también de Haití, Cuba y Dominicana, desde finales de 2002 a la fecha.
Si algo distinguía al padre Pantoja era su alegría y su sencillez, cuando lo encontrabas, siempre tenía una broma en los labios, era la expresión innata de la felicidad y si se requería contaba con una expresión de consuelo y misericordia, algo que no todos conocen. Fue un hombre de una enorme valentía, nada lo arredraba ni le quitaba la paz. Además de la Casa Belén posada del Migrante en Saltillo, él fundó la organización Humanidad Sin Fronteras y Frontera con justicia.
El padre Pantoja recibió el Premio Internacional de Derechos Humanos Letelier-Moffitt del Institute for Policy Studies en Washington, más recientemente en febrero de 2015 el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) le hizo entrega del Premio por la Igualdad y la No Discriminación 2014 y ahora también el otorgado por Conapred.
Estamos hablando de personajes que han dejado una huella profunda en Coahuila, la lucha por la justicia social y los derechos humanos, ahí están, van avanzando.