A un mes de que se celebren elecciones en los estados de Coahuila y Estado de México, los resultados previstos ponen en peligro al histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI) y exhiben tendencias rumbo a los comicios presidenciales de 2024.
Aunque en Coahuila la coalición entre el PRI, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) tiene muchas opciones de ganar, su previsible derrota en el céntrico Estado de México, el más poblado del país, puede convertir al partido que gobernó el país durante más de 70 años en un cadáver político.
Según expertos consultados por la agencia EFE, la derrota en una plaza que le ha pertenecido durante más de un siglo supondría un duro golpe para un partido que ha perdido presencia nacional en los últimos años.
“El Estado de México significaría una pérdida grande para el PRI, por la cobertura en el estado con el padrón más grande del país, la fuerza de grupos políticos como el de Atlacomulco y la perspectiva a nivel nacional”, dijo Arturo Sánchez, profesor de Transformación Pública en el Tec de Monterrey y exconsejero del Instituto Nacional Electoral(INE).
Aunque son solo dos estados, la elección del próximo 4 de junio es trascendente porque son las únicas entidades que nunca ha perdido el PRI.
Mientras que la coalición de partidos que apoyan al presidente Andrés Manuel López Obrador pasaron de no gobernar casi ninguna a un total de 22 en lo que va de su sexenio, que comenzó en 2018.
Para Carlos Castañón, politólogo de la Universidad Iberoamericana de Torreón (Coahuila), la decadencia progresiva del partido exhegemónico se evidencia en una imagen: “Ahora todo el PRI cabe en un camión, pasó de ser el gran partido gobernante a una minoría en peligro de extinción”.
La influencia en las elecciones presidenciales de 2024 es otro de los asuntos que permean estos dos comicios estatales.
A pesar de la previsible victoria del PRI en Coahuila, la poca densidad poblacional del estado, de 3 millones de habitantes, hará que no tenga repercusión en términos nacionales, consideró Castañón.
En el Estado de México, la carrera está mucho más apretada y el PRI, enmarcado en la misma coalición que en Coahuila, todavía tiene posibilidad de preservar el cargo.
Con sus cerca de 12 millones de electores, incidió Sánchez, la coalición ganadora será un termómetro de lo que puede pasar en las elecciones generales.
Coahuila: El último bastión del PRI
El candidato de la alianza del PRI-PAN-PRD, Manolo Jiménez, cuenta a un mes de las urnas con una solvente ventaja respecto a una izquierda que se ha presentado dividida.
Jiménez sumaría, según el promedio de encuestas de Polls.mx, el 48 % de los votos, más que la suma de los dos principales candidatos de la izquierda: Armando Guadiana (27 %), del gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena), y Ricardo Mejía (17 %), del Partido del Trabajo (PT).
“Es una elección ya muy cantada. La izquierda no pudo conciliar sus diferencias y eso terminó afectando la posibilidad de llevar una candidatura de unidad competitiva”, reflexionó Castañón.
Coahuila se convertiría así en el único estado que siempre ha estado en manos del PRI, algo que se explica por la poca popularidad que ha cosechado Morena, el partido de López Obrador, en la región.
Estado de México: una ventana a la Presidencia
En el Estado de México, sin embargo, la carrera electoral está más apretada: de acuerdo con el recuento de Polls.mx, Delfina Gómez, quien se presenta por Morena, el PT y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), contaría con el 56 % de los votos; Alejandra del Moral, candidata del PRI, PAN y PRD, con el 43 %.
La menor diferencia se explica, en parte, por la similitud de las propuestas de ambas candidatas, con la escasez del agua y la seguridad como estandartes de su campaña.
“Pero se están enfrentando dos historias completamente diferentes: Del Moral, que llama al pasado con una visión renovada, y Gómez, que busca una transformación enmarcada en el proyecto de López Obrador”, esgrimió Sánchez.
La elección en el Estado de México, agregó, siempre se ha realizado un año antes de las presidenciales y puede servir como termómetro nacional.
“La elección en el Estado de México siempre era un aviso de lo que podía pasar, aunque no es una regla clara. Va a depender mucho de los temas que se están discutiendo en todo el país”, subrayó el exconsejero del INE.