Para Clouds Architecture Office, una empresa conocida por maximizar el espacio a través de la luz, el futuro de la arquitectura empieza por imaginar el primer rascacielos flotante del mundo.
Los socios de la empresa, Masayuki Sono y Ostap Rudakevych, explican el proceso de su último esfuerzo conceptual como una reflexión sobre la forma histórica de las estructuras: “Cuando dimos un paso atrás y observamos el amplio espectro de la arquitectura durante un largo periodo, incluso remontándonos a sus orígenes, descubrimos una clara tendencia. Los edificios son cada vez más altos, más finos y más ligeros“, dice Sono.
Para llegar al cielo se necesita considerar el pasado (y no nada más una escalera grande). Rudakevych explica que los humanos prehistóricos vivían cerca del suelo, incluso bajo tierra: “Con el tiempo acumulamos conocimientos de construcción que nos permitieron construir estructuras más altas: pirámides, estupas, pagodas y catedrales”, dice.
Al mismo tiempo, los desarrollos aéreos permitieron nuestros primeros pasos fuera de la tierra: el primer globo aerostático en París en 1783, el primer vuelo a motor en Carolina del Norte en 1903, incluso la Era Espacial.
El futuro, al parecer, tiende hacia arriba: “Al abandonar la superficie podemos permitir que nuestro planeta se cure a sí mismo: No serán necesarias las autopistas de cemento muertas ni las aglomeraciones urbanas de concreto en expansión que ahogan la superficie de la Tierra”, explica Sono.
Clouds AO ha conceptualizado una única ciudad suspendida a lo largo del ecuador con capacidad para albergar a toda la población de la Tierra. La visión es inquietantemente edénica: “Imagina toda la superficie de la Tierra con vegetación, libre de cualquier estructura construida o paisaje duro”, dice Sono.
Imaginar es todo lo que podemos hacer ahora, ya que la visión de alejar a la humanidad de los peligros de las catástrofes naturales para el rejuvenecimiento del planeta sigue siendo un concepto que probablemente no vivamos para ver durante décadas.
Pero para los arquitectos que concibieron el espacio, ese no es el objetivo. Se trata más bien de impulsar nuestras reflexiones colectivas sobre lo que se considera avanzar en un planeta cada vez más frágil.
Cloud City, una propuesta de viviendas provisionales tras un huracán, es un proyecto igualmente especulativo que tiene sus raíces en la investigación de catástrofes reales. Tras el Katrina, la mitad de los habitantes de Nueva Orleans se vieron desplazados y dispersos: “Sus comunidades se desintegraron, lo que impidió que los residentes participaran en las decisiones sobre la reconstrucción y ralentizó la recuperación económica de Nueva Orleans”, explica Sono.
La intención de Cloud City era mantener las comunidades unidas mediante la suspensión directamente sobre sus ciudades.
Fue la especulación, apoyada por la investigación, lo que permitió a Clouds AO desarrollar proyectos innovadores. Uno de ellos es su propuesta de la Casa de Hielo de Marte, un hábitat impreso en 3D construido a partir de hielo de agua recogido en Marte.
Cuando la NASA contrató a la empresa para desarrollar el proyecto con su propio equipo de ingenieros, la especulación como práctica de diseño quedó validada para Sono y Rudakevych, que abordan todos sus proyectos —con o sin fundamento— con la misma ética: “No operamos basándonos en convenciones asumidas”, dice Rudakevych. “Encontramos la pregunta clave que dará energía al espíritu latente en la forma”.
Mientras continúa la carrera por el rascacielos más alto, Clouds AO ve otro camino hacia el progreso, posiblemente a través del trabajo especulativo de imaginar otra manera:
“Soñar lleva a cambios de paradigma que abren las puertas a nuevas posibilidades para la humanidad”, dice Rudakevych. Y el primer rascacielos flotante del mundo definitivamente suena a una un cambio completo de paradigma.