Cuando hablamos de la necesidad que tienen familias, empresas, organizaciones o países para definir sus prioridades y cómo deben usar recursos, tiempo y esfuerzo en beneficio de todos, es importante tener un liderazgo claro, enfocado y tenaz no solamente para entender y ordenar prioridades sino para una vez ordenada la lista, poder ejecutarla de la mejor forma posible en base a un plan, ideas y lineamientos que, generalmente, deben ser definidos por quien encabeza al grupo. Así, uno pensaría que la prioridad para la oposición en México sea regresar al poder para entonces implementar una lista de acciones y políticas que beneficien al grueso de la población y no solamente regresar al poder, sin plan alguno y con la bandera de que el otro salió peor que ellos. Por su parte, la prioridad para quien gobierna hoy supuestamente se resume en el eslogan “por el bien de México, primero los pobres” y entonces, sus acciones y políticas deberían estar siempre encaminadas a atender las necesidades de los 60 millones de pobres hoy y cómo reducir agresivamente esa cantidad lo antes posible. Para el caso de la oposición, que vuelve a coquetear con una alianza, no es claro quién sería el que marque la agenda y defina lo importante, las prioridades. ¿Sería el líder de un partido (calibre Alito o Marko)? ¿Sería un súper candidato o mesías de coalición? Lo que sí es que van tarde porque NO hay propuesta y la oposición parece desdibujarse y perderse hipnotizada cada vez que “el flautista de Hamelin” (esquina con Macuspana) toca la flauta (o muestra una caja china).
Se vienen un par de años duros para México, con un presidente que no está dispuesto a ajustar porque está convencido (tal vez con los otros datos) de que lo que ha hecho está funcionando; y, por otro lado, una oposición más débil y hueca que nunca; que en el mejor de los casos (para ellos) podrían dar la sorpresa encontrando un candidato viable y ganando una elección muy cerrada para inmediatamente después recetarle al país las mismas políticas de los últimos 40 años, esas que (tristemente) hicieron posibles las condiciones para que alguien como AMLO y su 4T llegaran al poder. Es decir, todo indica que tendremos políticas públicas recicladas (de los últimos 4 o de los últimos 40 años) y será muy difícil aspirar a que el país crezca al ritmo que requiere para revertir los niveles de pobreza generados las últimas 4 décadas -y sostenidos este sexenio-. Nos toca a los ciudadanos hacerle ver a la 4T y a quien quiera que sea la oposición viable, que hay urgencia, y que, si acaso las prioridades se definieron correctamente (tengo mis dudas), las acciones y planes para ejecutar dichas prioridades no son ni han sido efectivos y parece que estamos avanzando tanto como cuando se camina permanentemente en círculos.
Hace poco más de dos años se publicó en este espacio una columna titulada “Espiral de la muerte” en referencia al fenómeno que hace que cierta variedad de hormigas migratorias pierda el rumbo y siga ciegamente a su líder en círculos hasta morir de cansancio. Imagínense miles y hasta millones de hormigas que de pronto pierden el rumbo porque la hormiga líder se desorienta mientras estas marchan. Ahora que la CDMX y ciudades a lo largo y ancho del país se convierten en escenarios de un duelo de marchas, valdría la pena preguntarse qué tan atentas están “las hormigas” sobre el destino que lleva su marcha y si quien encabeza la marcha (o su causa) no está suficientemente desorientado como para llevar a su marabunta a una espiral que, si no es de muerte, pudiera ser una enorme pérdida de tiempo y una distracción que acabe por dañar a la colonia de hormigas. A la oposición no le conviene entrar a una competencia de marchas; ese es el fuerte de AMLO. Es como si quisieran retar a Usain Bolt a una carrera de 100 metros planos. En teoría, la oposición y los intelectuales que no son afines a la 4T y al presidente pudieran competir en el campo de las ideas y de las propuestas, especialmente si, como muchos de ellos sostienen, el presidente es tan malo como dicen y con resultados tan pobres. Entonces cabe la pregunta, una vez más, de si existe algún bosquejo de propuesta y de ideas verdaderamente transformadoras que puedan poner en evidencia las fallas y la decepción que venden quienes están inconformes con la 4T. Tal vez tendrían que empezar por una mirada al espejo. Los mexicanos que somos parte de las “tribus escondidas”, que no nos consideramos afines a ninguno de los dos polos, queremos un debate serio de ideas transformadoras y no un campeonato de marchas.
* Dato curioso: Esta semana México fue uno de tres países cuyo presidente no fue a la cumbre G20. Los otros: Rusia y Brasil. Mientras Biden y Trudeau platicaban con Xi (China), Modi (India) o Suk-Yeol (Corea), AMLO… planeaba una marcha. Saque usted sus propias conclusiones sobre prioridades, visión y hormigas.