Pueblo. “El que divide mata”.

Como cualquier organismo vivo, el Pueblo es un cuerpo que conformamos todos, sin un órgano lo mermamos, mutilándolo lo dañamos, y dividiéndolo lo asesinamos.

Quien ama a su pueblo lo mantiene íntegro, con sus actos e intenciones; quien ama al pueblo permite que sus miembros acepten a su naturaleza, y los prepara para que encuentren sus habilidades y las exploten.

Quien ama a su pueblo respeta su libertad y lo ayuda con preparación, educándolo para aprender, buscar y encontrar, para crear y producir, para desarrollarse y progresar.

Cada persona debe alcanzar la mejor versión de sí misma, y en esa búsqueda debe ser responsable de sus decisiones, por eso a la persona corresponde definir para que es apto, el individuo debe encontrar sus capacidades y desarrollarlas, de forma que se transforme y sea de servicio primero para sí mismo, luego para su familia y finalmente para el pueblo.

Quien manipula a una parte del pueblo y la antagoniza contra otra, lo enferma entero, quien confronta a un hermano contra otro, a padres contra hijos, y a vecinos contra vecinos, descompone a la sociedad, la empobrece y la anula.

El individuo es la célula básica del pueblo, sin no es exitoso, triunfador y feliz, lo mismo le pasa al pueblo, quien procura el bien de algunos a costillas de otros, también destruye y aniquila al pueblo.

El populista enfatiza las diferencias entre las personas, las separa y las reagrupa por sus carencias o prejuicios, y una vez que encuentra a un grupo numeroso y establece sus insatisfacciones, las exacerba vertiendo sal sobre las heridas para causar dolor.

Cuando el dolor es insoportable, le quita a la gente el poder y la responsabilidad sobre su condición, la victimiza y convence de que su dolor es provocado por un culpable externo. Más adelante, siembre resentimiento, irritación y despecho contra el victimario, y cuando el odio es una constante, se ofrece como el único indicado para reducir o eliminar al enemigo, ofrece soluciones mágicas, sin sentido, ilógicas.

Los populistas conmueven a sus audiencias contraponiendo al pueblo contra el pueblo, usando todo para establecer a quienes da la salvación y a quienes sacrifica. El demagogo se disfraza de divinidad y convence al pueblo de que es delito desobedecer al cacique, en lugar de a la norma, a la razón, a la moral, o a la ética.

El caudillo arremete con la turba contra el presunto culpable, dinamita a la familia y a los amigos. El populismo es tan grave, que confunde al enfermo, le arrebata la conciencia y lo convierte en autómata, sin responsabilidad, y lleno de ira. El que cae en el populismo no escucha argumentos, solo responde dogmas implantados. ¡No caigas en sus redes! Usa la autocrítica, observa lo que dices y lo que haces, no aceptes que por ser o pensar diferente a ti, alguien merezca ser anulado, si estás así tu eres la enfermedad del pueblo y lo puedes aniquilar. Quien no es responsable de sí mismo, no puede ser libre, el gobierno debe existir como herramienta del pueblo para garantizar la vida, la propiedad y la libertad; porque si el gobierno asume las responsabilidades de los individuos, los esclaviza y los anula.

¡Protege tu libertad!

¡Que Dios Nos Bendiga!

hlaredom@gmail.com

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