Durante su campaña, durante el mes de febrero lo comentó y vaya que levantó polémica, Andrés Manuel, el ahora presidente electo propuso que convocaría a hombres y mujeres de buena voluntad para elaborar una “Constitución Moral”, la que incluiría un conjunto de valores que fueran más allá del logro de la riqueza material para que cada mexicano llegue a estar en paz consigo mismo y con su conciencia; el solo planteamiento se juzgó como una locura, algo insólito y una tormenta de twitters con insultos y bromas cayeron sobre el candidato de Morena.
Sabemos que la Constitución política es la norma básica que establece los derechos y los poderes, que articula el Estado y define la forma de gobierno, en una palabra, es la norma jurídica más importante que rige a un país, ahí se proponen los derechos de los habitantes, propone los instrumentos para elevar el bienestar social, los grandes valores están en ella.
En su discurso AMLO incorporó desde hace mucho el concepto de una revolución de las conciencias y lo sinterizó en 3 principios, no mentir, no robar, no traicionar, lo cual puede entenderse como un compendio para enfrentar los problemas de corrupción, de individualismo y consumismo promovidos desde el sistema neoliberal, en busca de una sociedad más fraterna, más igualitaria, más cooperativa, lo que en realidad vendría a ser un código ético que en el fondo está inspirado en lo que se conoce como la Cartilla Moral escrita por Alfonso Reyes (1944), a petición del Secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, la cual consta de 14 artículos que abarcan nociones de sociología, antropología, política, educación cívica, higiene y urbanidad.
Lo anterior nos presenta la consideración de que al presidente electo no sólo le preocupa el real cumplimiento de las leyes contenidas en nuestra Constitución, sino que va más allá estimando que el Estado puede incidir en la configuración axiológica de la sociedad, en la formación y promoción de los valores, esto que ha sembrado perplejidad en muchos en realidad es una función natural del Estado constitucional que no es neutral axiológicamente, defiende valores, los de las libertades públicas y la democracia deliberativa, los de los derechos humanos, de manera que obviamente, el ejercicio del poder público conlleva valores y eso es lo que pretende implementar el presidente electo, aunque es claro que en su propuesta de constitución moral no habría elementos coercitivos para hacerla cumplir .
¿De dónde surge esta pretensión de AMLO?, es seguro que su conocimiento de la realidad que ha captado en sus recorridos por los 2,464 municipios de México ha palpado a un país dolido, herido, roto por la inmensa injusticia que se vive en la nación, por los crímenes de lesa humanidad que padece, la gente busca una forma de sanación, de reparación, ya sea para las víctimas del delito, por la explotación económica o por la violencia y discriminación estructural que el país padece.
Tocando la evidencia de que las religiones en su mayoría han abandonado el dolor público y no brindan esperanza a la gente, AMLO busca el bienestar espiritual por la agonía, las desapariciones, la impunidad y la muerte que deja el gobierno actual, ante la convicción de que las personas tienen derecho a estar contentas con lo que son, a no sentirse frustradas, sabiendo de antemano que las normas de la constitución moral que propone no podrán ser coercitivas ni obligatorias.
El concepto de constitución moral puede ser cuestionado pero en realidad está dirigido a escuchar a la gente, como se está haciendo mediante los foros, porque hasta ahora la agenda política ha sido la de las élites, con los requerimientos de los partidos políticos, muy cerrada, es necesario que las deliberaciones permeen hacia arriba, un ejercicio así vale la pena.
Quizá las deliberaciones con el pueblo pudieran derivar, en el mediano plazo hasta lo jurídico, eso no estaría descartado; la gente está hablando, se está generando abundante información y eso es muy saludable.