El del Ingeniero Carlos Orta Canales es un perfil limpio y con atributos suficientes para ser candidato a gobernador (honorabilidad, liderazgo, preparación, carácter, perfil social, experiencia legislativa, etcétera). Por el PAN en Coahuila.
Carlos fue un dirigente estatal ganador, a diferencia de sus sucesores en el cargo.
Cierto, Orta perdió la alcaldía de Saltillo pero obtuvo mas votos que muchos otros (casi 70,000) y además, fue víctima de las finanzas comprometidas del albiazul, que devino en una campaña muy austera, y ni que decir que se topó con la mapachería del moreirato y con AMLO en la boleta por la presidencial.
Carlos, lo vean o no, lo entiendan o no, a gusto de muchos y a disgusto de otros, juega un rol virtual de enlace entre la dirigencia nacional y el panismo local.
Laguneros
No soy afecto a abonar las divisiones naturales ni menos aun a las escisiones provocadas, pero a las cosas por su nombre: la rivalidad entre torreonenses y saltillenses es tan real como la de los regios y los saraperos. Entonces, si el PAN en Coahuila está atado (secuestrado) por una cerrada cúpula de Memo Anaya y sus incondicionales, debe entenderse que ellos “privilegian siempre los intereses de los laguneros y de ellos mismos (los memistas)“.
Así, las dirigencias estatales luego de la de Carlos, son de torreonenses y ellos llegan a apoderarse del pastel: candidaturas, alianzas con el PRI, prerrogativas y hasta cargos de regalo del moreirato.
Y eso no es todo el lío. La estrategia del PAN en Coahuila la definen unos pocos y otra vez, en atención a criterios laguneros y para laguneros.
¿Cómo puede entonces el PAN cambiar, redirigirse en rumbo y plataforma, para enfrentar de manera distinta el proceso de la gubernatura en el 2023, donde también se juegan: 38 alcaldes (Cabildos), diputados locales y los senadores, y un año después, la presidencial?
¿Solo dos?
Por supuesto que no hay solo dos panistas con perfil para ser candidato a gobernador.
Menciono a Mario Dávila y a Carlos Orta, pero hay otros.
El legislador local Rodolfo Walss Aurioles grita para que lo volteen a ver y lo hace bien, su discurso es eminentemente contra los Moreira y el juicio esperado contra ellos. Y esto es bueno, y esto es novedoso porque los panistas destacados solo se enfocan en criticar a AMLO y parece que evitan mencionar a los hermanos Moreira (Humberto, Rubén, Carlos Ariel y Álvaro), y a su gerente Riquelme, (y claro, a sus gobiernos y gabinetes corruptos).
Marcelo Torres Cofiño hace intentos de recomponerse luego de la reciente derrota en Torreón. Dicen que es el tapado para ser dirigente estatal, solo que no abandona el discurso anti AMLO y evita lo local. Pero ahí en la dirigencia tendrá el buen Marcelo una oportunidad de oro para lucirse.
La pregunta es obligada: ¿el dirigente estatal del PAN Coahuila, por un tiempo (renovador) ya no debe ser lagunero?
Paredes y Zermeño también rumian sus derrotas. Y se van a su casa pronto. García Villa se hizo viejo, luchando, y dejo tirada su garra política. Chuy De León aún con las derrotas acumuladas dice a sus amigos que ya le dijeron que será candidato a senador en 2023.
“Qué poco trae el PAN Coahuila”
Ya arrancó la sucesión de Riquelme. Este es un aviso.
Luego del pésimo desempeño de un gerente del moreirato, chaparro y gris, mentiroso y fantoche, debía ser sencillo enfrentar a quien el PRI decida como candidato a gobernador.
A quien el PRI señale como candidato a gobernador en Coahuila, tendrá infaltable el fierro Moreira herrado a fuego ardiente en el trasero tricolor. Y aun así, con el desastre de un moreirato eternizado por 15 infames años, la estructura mapache y la organización del PRI Coahuila significan un desafío electoral para una oposición, hasta hoy: fracturada, pobre y entregada.
Cuando el PRI presume a varios para la gubernatura, cuando el problema en MORENA es que son muchos los que pueden, en el PAN, por el contrario, hay que rebuscar para encontrar nombres de posibles ganadores.