Mañana domingo 1 de julio se juega nada menos que el destino de México.
Y es cierto, por las formas arcaicas de la política de este nuestro amado México, el país se inventa cada seis años. Pero por un sexenio como este (malo, corrupto, injusto, cómplice, criminal), pueden retrasarnos como nación, por decenios.
Por eso hay que decidir bien.
Escudriñar en los discursos y en los hechos. Y es tan relevante saber, quién está delante y detrás de cada personaje que pide nuestro voto. Saber de su ademanes y gestos, adivinar las intenciones subterfugias y las tendencias personales y de grupo. Suponer lo más cierto posible, qué haría este candidato en una situación hipotética… de un asunto real.
¡Cuidado, mucho cuidado!
Cuando nos han robado tanto, cuando el crimen nos acecha aliado con el gobierno, cuando el país está de cabeza y nuestro estado está saqueado, cuando nuestros pueblos son pobres y el dinero no alcanza para nada, pero se tiran tantos millones en campañas y en sueldos de funcionarios, dan ganas de votar solo por rencor y venganza.
Hay que pensar con claridad.
No pensamos en qué es lo que más conviene, para no repetir esta realidad ingrata. Volviéndonos a equivocar, dándole, otra vez, el poder a un infame ladrón (como Peña Nieto, como Los Moreira, como Riquelme y como todos los candidatos que están relacionados con ellos, que son sus cómplices y tapaderas, y que tú, sabes muy bien quienes son, que hoy piden tu voto haciéndose los honestos).
¿Quieres más Moreira, más mejor, más ladrones como ellos, alumnos de su escuela del crimen; quieres más Peña Nieto, más estafa maestra y empresas fantasma?
Hay que votar
Hay que votar. Hay que hacerlo bien: pensando, reflexionado, sopesando pros y contras.
No vender el voto porque en paquete, estas vendiendo el alma.
Puedes recibir las dádivas (las despensas, el dinero, los tinacos y el material) porque hay necesidades, y muchas de ellas, son propiciadas malvadamente para urgir un voto del hambre.
Han empobrecido al pueblo para cambiarle su voto por dinero o comida, dinero del que se roban de las tesorerías. Dinero, que es del mismo pueblo.
Un voto a cambio de una despensa y unos pesos manchados de sangre y robo, son un crimen electoral. Pero tú ciudadano, puedes, en lo íntimo de la casilla, votar libremente. Hacerlo pensando en tus hijos y en tu comunidad, en tu estado y en tú país. Votar por lo que es mejor y no por los que te tienen amenazado.
¡Hay que votar! Votar libre, para que “sucedan cosas chingonas”.