Los hechos de San Miguel Totolapán debían avergonzar a todas las autoridades, comenzando por el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, pasando por la autoridad federal responsable de investigar secuestros, y terminando con el PRI.
Porque todas las autoridades, federales, estatales, municipales, han sido omisas frente a un criminal identificado que secuestra y asesina. Porque frente a la acción de ciudadanos indignados que secuestraron a la madre del criminal, se cruzaron de brazos. Porque las autoridades son priistas.
Cualquiera puede entender la furia inmensa, la frustración de la esposa del secuestrado. Y de toda la población que se armó, que se convirtió en secuestradores.
Entender se convirtió en complicidad cuando hablamos de las autoridades. Quienes no solamente supieron que los habitantes de esa alejada población de Guerrero, situada precisamente en la “Zona Caliente”, sino que acompañaron el intercambio de secuestrados.
No hay mayor síntesis de una autoridad omisa y cómplice.
¿Cómo pueden ser parte de una acción pública de secuestro?
La esposa del ingeniero Isauro de la Paz Duque supo que su marido había sido secuestrado por un criminal apodado “El Tequilero” porque este señor había venido secuestrando y asesinando en la región. ¿Por qué la autoridad federal, toda la autoridad federal, que tanto presume sus logros en seguridad no hizo nada al respecto?
Esa es la gran pregunta. ¿Por qué no se había detenido a ese criminal “El Tequilero”?
Ese es el origen del desastre.
Frente a esa inmensa omisión cómplice de las autoridades, la esposa del secuestrado y pobladores vecinos se armaron. Y secuestraron a la madre del secuestrador y a otras personas. Diecinueve según unas versiones, veinticuatro según otras.
Hasta ahí fueron todos los responsables del Estado. Y ahí estuvieron en las “negociaciones”… ignoro con quiénes de la parte del reconocido criminal “El Tequilero”. Fueron “mediadores” entre ciudadanos convertidos en secuestradores y secuestradores.
¿A qué ha ido tantas veces el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, a Guerrero? ¿De qué han servido las políticas y los planes contra la inseguridad? ¿Qué sentido ha tenido enviar a militares y policías federales a esa entidad?
La responsabilidad primera, absoluta, completa es del gobernador Héctor Astudillo.
El mismo que, simplemente, se regocijó por Tuiter del intercambio de secuestrados. Que se equivocó en la supuesta liberación de los otros secuestrados, que corrigió su error también en Tuiter… cómo si fuese el más ajeno de los protagonistas, de los responsables de esta inmensa barrabasada donde las leyes fueron pisoteadas en cadena nacional.
¿Por qué no se detuvo, ni antes ni ahora, al señor apodado “El Tequilero”, que está plenamente identificado por la población? ¿Por qué la policía municipal, la policía estatal, la policía federal y las fuerzas armadas tienen abandonada esa zona de Guerrero? ¿Por qué todos fueron omisos? ¿Por qué no funcionan las iniciativas federales de seguridad?
Quienes consiguieron que un secuestrado fuera liberado fueron quienes secuestraron a la madre del secuestrador… ¿A eso vamos?
Es aterrador imaginar siquiera que millones de mexicanos tengamos, debamos convertirnos en criminales para enfrentar a los criminales, para salvar a nuestros seres queridos.
Como la esposa del ingeniero y los ciudadanos que la acompañaron fueron eficientes en su acción, consiguiendo el intercambio de secuestrados, el mensaje que se manda a millones de mexicanos es terrible. Y ejemplifica, por sobre todo, la incapacidad del gobernador Héctor Astudillo.
La razón principal del manoseado “hartazgo” de los militares es, justamente, la falta de compromisos, de acciones, por parte de los gobernadores para tener una policía profesional que haga su trabajo.
La seguridad es una parte esencial del trabajo de los gobernadores.
Y quien no puede gobernar, no puede mantener la paz social, no puede combatir a los criminales, debe irse. Para la salud de la República…
En Tuiter: @isabelarvide