No diré, como tantos, “que la mayoría piensa que”. Yo expresaré mi propio criterio y dejaré aquí para ustedes, estas preguntas que asaltan mi mente y mi alma (las dudas son tantas y la dificultad de tomar decisiones, se agranda):
¿En quién creer? ¿Cómo creer ya en alguien cuando se gobierna para enriquecerse y lejos están de la gente los gobernantes? ¿Cómo confiar nuestro futuro a los partidos políticos si han dado la espalda al pueblo, si no se elige de entre muchos solo de entre quienes ellos disponen, si la autocrítica está prohibida y la trasparencia (del dinero y de las decisiones), es nula? ¿Cómo confiarse en los independientes, cual figura alternativa, si los pocos que han triunfado con el apoyo de la gente, se quedan cortos en la respuesta a las expectativas o caminan tan lerdo en pos de la justicia, que parecen acobardarse?
Todos los partidos parecen tener dueño, son clubes de amigos y los poseen, temporalmente algunos o familiarmente otros. Si mandan en ellos: los astutos, los cínicos, los mafiosos y los empoderados.
La gente se hartó en este México dolido. A pesar de las maquinaciones electorales, de las guerras negras (en campaña y fuera de ellas), aun con las mapachadas y los trucos de los colmilludos, el juicio social fue severo. ¡México no cambió el 5 de junio!, esa fecha histórica solo certificó, solo refrendó el hartazgo y el repudio: a la corrupción, a la impunidad, al crimen asociado con el gobierno (“al crimen hecho gobierno”), al enriquecimiento inexplicable, a la soberbia como forma de gobernar. A los negocios al amparo del poder.
Ya no hay democracia porque ya no hay gobiernos del pueblo. Hemos retrocedido porque desde el gobierno de la república se ha torcido el rumbo. Porque desoyen los gritos del pueblo, (ya no las suplicas, ya no el llanto, ya no la rabia, ahora sí… el asalto al poder constituido, retando la gobernabilidad y desafiando al gobierno, a este de hoy “enemigo del pueblo”).
¿Son los signos de los tiempos?, espero que no. Reprobados los gobiernos: federal, estatales y municipales, el pueblo se va a las calles, azuzados por los enemigos del régimen quienes ven el hartazgo y la impotencia y las conducen con habilidad. ¿Qué sigue, el levantamiento social, luego las armas y la guerra civil, la guerrilla en México? ¿Los caudillos resurgirán, las épocas superadas de las pugnas internas, de guerras nacionales intestinas y el crimen empoderado aprovechando la confusión, volverán cual cíclica plaga que corroa a la patria?
No soy agorero del desastre, solo escribo lo que siento, solo leo lo que veo. ¿Quién debe gobernar, quien puede rescatar a la patria, a los estados, a este desprestigiado y robado Coahuila? La respuesta es tan simple, pero tan difícil la empresa: ¡Gobernará quien haga justicia!
Debidos procesos, juicios severos, castigos ejemplares, restitución del dinero robado a las arcas correspondientes (en el gobierno federal, en cada entidad donde hay fraudes que perseguir, en cada alcaldía y cabildo irregular), requisa de propiedades y de todo lo adquirido con dinero robado, cárcel a todo ladrón y a todo cómplice y beneficiario (familiar, socio, prestanombres, limpiador de cloacas, facilitador conspirador, etc.).
No me digan color, no sepamos siglas o logotipos, no importan nombres ni apellidos, ¡Quien haga justicia verdadera y demuestre ética y valores, debe gobernar! Aquel gobierno emanado de aquel partido o como independiente, que demuestre con hechos ante la sociedad que no le tiembla la mano, para de inmediato, enjuiciar y encarcelar a los ladrones del pueblo, merece el apoyo y merece gobierno.
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