En la víspera del Informe Presidencial, el empresario Carlos Slim Helú fue llamado por el Presidente.
Desfiló el magnate en una Mañanera. Su sola presencia y su ánimo verbal al usar el pódium, fue un intento tardío pero elocuente de que reactivar la economía nacional, se convertía en una prioridad, aun teniendo que reconocer que el nuevo gobierno necesita de la iniciativa privada y de los capitales nacionales para arrancar el motor económico.
No iban a suceder milagros, pero el mensaje sirve.
Slim dio un claro espaldarazo al Presidente y a la política económica del régimen. Dijo que era cuestión de tiempo, que la economía repuntaría, y que ellos, los empresarios, apostarían a que sucediese.
Acto seguido
El gobierno acude a la sinergia con los grandes capitales y, para el propósito, escoge, selecciona de entrada a un hombre de los más ricos del mundo, uno que vive en México.
Seguramente no fue fácil la decisión. López Obrador tiene defectos como todos y uno de ellos es ser tozudo. Reconozcamos entonces que, aun tarde (casi un año después) entiende el mandatario que este baile para animarse, ha de ser con todos bailando.
Acto seguido, desfilaron presidentes de Cámaras Empresariales y el Consejo Coordinador empresarial, (que no la Canacintra).
Y poco tiempo después, llega a Palacio Nacional el presidente de un Grupo Empresarial Regiomontano, FEMSA, el famoso por aguerrido, Diablo Fernández (Antonio Fernández Carbajal).
Ese diablo es yerno de los herederos Garza Sada, Garza Laguera (casó con Eva Garza Laguera Gonda) y es uno de los 10 del poderosos del Grupo Monterrey. Es un líder empresarial nato, un demonio industrial. Fue también (¿o es?) uno de los principales críticos de AMLO.
Como Slim Helú, Fernández Carbajal ofreció en el evento con el presidente, mucho dinero en inversiones nacionales. Y su compromiso de contribuir a reactivar la economía.
El camino se marca. La ruta se debe imitar y los empresarios han de irse animando a retomar el matrimonio con el gobierno. Para ello, el gobierno ha de motivarlos. Demostrar que ofrece un juego abierto, con reglas claras y un honesta pero efectiva ganancia para todos.
Los empresarios no deben esperar que el desorden, los regalos fiscales y la componendas, marquen a este régimen como etiquetan en la historia negra, al corrupto gobierno de Enrique Peña Nieto. Lo negro de ese sexenio anterior, lo reúnen los políticos corruptos, los criminales solapados (dadores de sobornos) y los empresarios encharcados y complacidos en las corrupciones gubernamentales.
Obra social
La receta vieja y nueva, la tradicional para animar el empleo, motivar la inversión, derramar ganancia y activar el mercado interno, es sin duda arrancar obra social: La más posible, lo más rápido que se pueda. En todas las regiones del país.
El Presidente también da muestras de reconocer este reto, esta urgencia.
No puede el gobierno esperar a que los grandes proyectos, (cuestionados y costosos), arranquen y resuelvan todo. Dos Bocas, Santa Lucía y el Tren Maya, no solo no arrancan sino que comprometen una gran parte del presupuesto de inversión en obra pública. Incluso requieren de una alta deuda y coinversión privada. Que arranquen ya.
Los cercanos al gobierno federal aseguran que ya se van anunciando proyectos regionales (que hay varios en el cocedor).
La paralización no es buena consejera, y hay que romper el círculo vicioso. Si de paso se es congruente y pertinente, a más de reactivar la economía, se resuelven tema locales de prioridad ( y se cumplen compromisos de campaña), la cosa pintará mejor.
Pero ¡Cuidado!
El combate a la corrupción es el tema social ineludible.
Los ciudadanos, hartos del robadero, la criminalidad asociada a los políticos y la impunidad que lo permite todo, dieron un salto cuántico político. Se abandonó mayoritariamente a los regímenes hegemónicos (PRI y PAN) y se optó por una novedad electoral: MORENA y El Peje. El Peje con MORENA.
El hartazgo, el encabronamiento y la frustración social, fueron y son, una detonante implosión. La gente no votó para equivocarse de nuevo, YA NO. El gobierno federal debe dejar los caprichos y enfocarse en ser gobierno (no en campaña) y en no adivinar lo que el pueblo bueno parece que quiere.
López Obrador abandera ese combate y lo repite y lo reitera (cierto, faltan muchos juicios y reos y esperamos que pronto se acumulen. Ni punto final ni perdones, toda vez, castigos ejemplares para evitar secuelas).
Urge soltar el presupuesto federal para reactivar la economía regional y con ella, la nacional. Pero hay un reto enorme ¿cómo controlar la uñas largas a los gobernadores?
Pero ¡Cuidado! ¿Les vas a liberar los millones a los estados (gobernadores, alcaldes, delegados, rectores) para luego verlos en la nómina del voto duro del PRI (como en Coahuila), para verlos en empresas fantasma (como en Coahuila), para que paguen campañas o que hagan obras suntuarias o en donde les convenga a los políticos?
Reactivar la economía
Animar el mercado interno, promover el empleo, elevar a los pobres y equilibrar el desarrollo regional, son asuntos elementales y de urgente y efectiva acción de gobierno.
Motivar la inversión extranjera directa (IED), cuidar las variables macroeconómicas, blindando la economía de efectos externos, es también necesario y urgente. Los capitales especulativos se van ante la menor turbulencia o desconfianza. Hay que tenerlos y arraigarlos.
México debe despegar del letargo. El gobierno debe abrirse y no contribuir a la especulación del mercado.
Honestidad, certeza jurídica, gobierno responsable, estado de derecho, reglas claras y negocios transparentes, son entre otras, las bases para un desarrollo nacional emergente.
¿Le entramos todos?