Aunque apenas con un día como Secretario, José Antonio Meade presentó el Paquete Económico al Congreso de la Unión en tiempo y forma. La Cámara de Diputados tiene hasta el 15 de noviembre para aprobar el Proyecto de Presupuesto de Egresos, pero los posicionamientos de los partidos políticos, académicos y líderes de opinión no se han hecho esperar.
Dos son las herramientas principales de un gobierno para intervenir en la economía: la política monetaria y la política fiscal. La primera busca influir en la economía, principalmente tratando de contener la inflación mediante el control del circulante. Para ello utiliza mecanismos como el encaje legal, las Operaciones de Mercado Abierto y el tipo de interés. Desde su autonomía en 1994, las decisiones de política monetaria son tomadas por la Junta de Gobierno del Banco de México.
Por tal razón, para llevar a cabo su política económica y lograr sus objetivos de crecimiento y desarrollo, el Gobierno sólo puede echar mano de la política fiscal. Dentro de ella, el Paquete Económico es la herramienta por excelencia, cuyo principal instrumento se denomina “Presupuesto de Egresos de la Federación”. El gasto de gobierno y la inversión pública, contenidas ambas en dicho documento, son dos de las cuatro variables que impactan en el crecimiento de una economía, además del consumo y las exportaciones netas.
Las discusiones por dinero siempre son ríspidas. Más cuando se trata de mucho y las partes involucradas tienen agendas diferentes. Cada fracción parlamentaria quiere llevar agua para su molino y opina en consecuencia. Hay voces que se pronuncian por un recorte adicional al ya propuesto, argumentando razones de salud financiera. “Todavía hay mucho de dónde recortar”, han señalado otros.
Por supuesto que debemos tener gobiernos esbeltos, pero no tanto. Como bien señala René Villarreal en su artículo sobre “déficits gemelos” publicado la semana pasada en El Universal: “… quitar la grasa es sano, pero cortarle el brazo sería contraproducente”.
Es decir, un régimen no obeso, pero tampoco esmirriado.
Recortar por razones políticas puede resultar catastrófico para la economía nacional. La solución es gastar con mayor eficiencia, transparencia, en coordinación y con visión de futuro. No hay de otra.