Liz Truss asumió oficialmente como primera ministra del Reino Unido este martes, luego de reunirse con la reina Isabel II en Balmoral, Escocia. Su investidura pone fin a la turbulencia política que sacudió la nación durante meses, después de que el entonces primer ministro Boris Johnson anunciara su renuncia en julio tras una serie de escándalos.
Truss, quien se desempeñó como canciller de Johnson en el último año, es la tercera mujer que ejerce el cargo de primera ministra en Reino Unido, luego de Margaret Thatcher y Theresa May. Y llega a dirigir una nación con una creciente crisis económica y social.
Minutos antes de la audiencia con Truss, la reina Isabel se reunió con Johnson y aceptó su renuncia oficial. El Palacio de Buckingham anunció que Johnson “tuvo una audiencia con la reina esta mañana y presentó su renuncia como primer ministro, que su majestad tuvo el agrado de aceptar”.
Al regresar a Londres, la nueva líder será recibida en Downing Street por su personal. Luego se le pedirá que firme las famosas cartas de último recurso del Reino Unido ––instrucciones para los líderes militares sobre qué hacer si el gobierno cae o un ataque nuclear lo elimina–– antes de comenzar a nombrar un gabinete.
También se espera que entregue más detalles sobre sus planes para enfrentar la urgente crisis del costo de vida en el Reino Unido lo antes posible. Sus opositores políticos, tanto dentro como fuera del Partido Conservador, no considerarán aceptable que la líder no esboce políticas específicas en las próximas 48 horas.
La primera ministra dijo este lunes que “implementaría un plan audaz para reducir los impuestos y hacer crecer nuestra economía. Enfrentaré la crisis energética, lidiando con las facturas de energía de las personas, pero también con los problemas a largo plazo que tenemos sobre el suministro de energía”.
Truss obtuvo el 57% de los votos del Partido Conservador para convertirse en su líder, derrotando a su rival Rishi Sunak, exministro de Hacienda, quien alcanzó el 43%.
El problema más urgente que Truss debe enfrentar es el costo vertiginoso de la energía, que podría desencadenar una ola de cierres de negocios y obligar a millones de británicos a elegir entre llevar comida a la mesa y calentar sus hogares este invierno. Los expertos han advertido que las muertes por clima frío aumentarán a menos que se haga algo rápido.
Por primera vez en 40 años, la inflación en Reino Unido se disparó a más del 10% en julio. Una cifra impulsada por el aumento del costo de la energía y de los alimentos. Además, los recibos de energía promedio en los hogares ya se han incrementado un 54% este año y se anticipa que suban aún más.
Ahora bien, para agravar los problemas de Truss está el hecho de que la nación se dirige a una posible recesión a fin de año, según el Banco de Inglaterra. El PIB cayó un 0,1% en el segundo trimestre de este año y los analistas creen que el tercer trimestre llevará al país a una recesión técnica. El banco pronostica que la inflación en la nación puede alcanzar el 13% mientras la crisis de energía se intensifica.
Y este lunes, como señal de los serios retos que se avecinan, la libra esterlina cayó un 0,3% a su nivel más bajo frente al dólar estadounidense desde 1985, antes de recuperarse levemente.
CNN