Salir de la negación

La negación en términos del pensamiento humano suele ser un mecanismo de defensa que consiste en negar la existencia de conflictos, problemas o circunstancias y la forma de cómo podría afectar al individuo, quien ante lo desagradable o doloroso que pudiera ser su reconocimiento, opta por evadir la realidad que todos los demás perciben, fenómeno psicodinámico ampliamente estudiado que se hace presente de muchas formas en nuestras sociedades actuales y cuyo proceso de cambio a veces es lo más difícil en un camino terapéutico. 

Salir de la negación y transitar hacia la aceptación son dos herramientas valiosas en los procesos de evolución humana o despertar de la consciencia, aunque el romper las barreras y los mecanismos de defensa en ocasiones es lo más complicado en el trabajo de cambio.

En los procesos de duelo, en la admisión de algunas enfermedades, en la recuperación de adicciones, en las pérdidas, en las rupturas de relaciones y, en las crisis en general, vivir por una fase de negación es normal, aunque un desarrollo natural de las circunstancias hace que la persona camine paulatinamente hacia la aceptación de estas, lo cual es saludable. Quedarse instalado en la negación, usarla de forma permanente como mecanismo de defensa o, moverse desde la victimización justificando su conducta, suelen ser las rutas a problemas de diversa índole. 

Cuando alguien sostiene la inexistencia de una circunstancia que para muchos es evidente, cuando se mueve desde la victimización y se pregunta “¿por qué a mí?”, cuando busca siempre responsabilizar al otro y es incapaz de verse a sí mismo, cuando se dice “esto no me está pasando a mí”, cuando vive en lucha de poder queriendo siempre tener la razón acusando la culpa de los demás y sin capacidad de autocrítica, cuando frecuentemente se reafirma “esto nunca me pasará a mí” o “yo puedo resolverlo en cualquier momento”, dentro de otras características, esa persona está recurriendo a la negación. 

¿Conoce alguna persona así? En efecto, puede ser que esté conviviendo con alguien usando el mecanismo de defensa llamado negación y tendrá que aprender a interactuar si no desea verse sumergido o sumergida en una espiral tóxica de negación-confrontación-lucha de poder, lo que solamente agravaría la situación tornándola incómoda para los que se sumergen en arenas movedizas de quien domina ese terreno, ya sea porque en sus máscaras de protección aprendió a funcionar así o porque en su mundo ególatra jamás estará en disposición de darle la razón. 

Cuando una persona sólo alcanza a ver las fallas del otro y es en realidad incapaz de asumir los suyos, mucho menos, de hacerse responsable, es porque ha aprendido a vivirse en negación y le es prácticamente imposible salir de ella por sus propios métodos y normalmente tendrá que ser asistida por algún experto.