El presidente, Andrés Manuel López Obrador, tiene una meta clara: dejar el país con 2.700 sucursales del Banco del Bienestar, uno de los proyectos bandera de su Gobierno.
El mandatario no va mal en sus cuentas, actualmente suman más de 1.600 puntos de atención, lo que sitúa a la entidad en la tercera institución más grade del país, solo detrás de Banco Azteca y BBVA. Paradójicamente, mientras el logo del Banco del Bienestar se expande en rancherías y descampados, los servicios financieros de la institución se achican.
Esta semana, el banco creado en este Gobierno ha formalizado su salida del mercado de remesas para traspasarlo a la Financiera Bienestar, otra entidad de esta Administración. Aunque la explicación oficial de esta salida atiende a la “austeridad republicana”, analistas del sector financiero apuntan a la sombra del lavado de dinero que planea sobre los envíos que recibe el país y que, de ser investigados por el Departamento de Estado de EE UU supondría el congelamiento de miles de recursos de pensiones, becas y ayudas mensuales que entrega esta Administración a las personas con menos recursos.
El Ejecutivo rechazó que el abandono del mercado de remesas —que en 2022 alcanzaron cifras históricas por encima de los 58.000 millones de dólares— fuese una decisión repentina y justificó su determinación en la Ley Federal de Austeridad, norma que prohíbe la duplicidad de funciones entre entidades. “Desde diciembre pasado el Banco del Bienestar se puso en contacto con las remesadoras para notificarles su salida del mercado. El objetivo fue tener una salida gradual y ordenada que no afectara a los clientes de remesas”, indicó el banco por escrito.
El dinero enviado desde el extranjero a México era hasta 2022 un importante brazo de la institución. De acuerdo con las cifras más recientes, solo en el tercer trimestre del año pasado, el Banco del Bienestar recibió más de 1.000 millones de dólares en remesas. El monto promedio por cada envío de dinero recibido desde el extranjero fue de 630 dólares, mientras que el promedio nacional reportado por el Banco de México en 2022 fue de 390 dólares, según sus propios informes.
Sobre la salida de un sector tan boyante que, además, se pregonó como uno de los pilares fundacionales del Banco del Bienestar, planea la sombra del lavado dinero. El director del Sector Financiero del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), Enrique Díaz-Infante, refiere que una explicación plausible para el abandono del negocio es que es una medida preventiva por parte de la Administración federal para evitar que EE UU congele los recursos del banco, lo que supondría congelar el dinero de las pensiones, becas y demás apoyos depositados que reciben miles de beneficiarios de Gobierno de López Obrador. “Yo lo que veo es un riesgo para el Banco del Bienestar en caso de que las remesas, que son recursos muy riesgos, donde pudiera haber dinero del narcotráfico, terminaran por afectar al Banco del Bienestar y se congelaran todos los recursos de los programas sociales”, señala.
El banco, creado en 2022 para alcanzar la inclusión financiera en las zonas de alta marginación en México, lejos de ampliar sus líneas de crédito, ha centrado todos sus esfuerzos en la distribución de ayudas sociales. Solo este año, prevé la dispersión de más de 600.000 millones de pesos. Su director, Víctor Lamoyi, enfatizó este jueves en la apertura de una sucursal en Ciudad de México que la vocación de la institución era llevar directamente los apoyos, becas y pensiones: “Buscamos que el banco se convierta en el eje integrador de los programas sociales”, declaró.
El Banco del Bienestar, lamenta Díaz-Infante, ha reducido el otorgamiento de créditos directos prácticamente a cero. “¿Sirve un banco que no presta? Es una entidad que opera como un mero dispersor de programas sociales y no está generando una inclusión financiera sostenible que, a largo plazo, genere una verdadera movilidad social”, zanja.
El economista Rodolfo de la Torre reconoce que el Banco de Bienestar cumple su función social de llevar a los lugares más apartados un cajero automático, una tarjeta de débito para el ahorro, sin embargo, advierte que esto puede representar un altísimo costo del erario. “Es muy probable que los costos de mantener una sucursal en zonas remotas sean altísimos y necesite de subsidios que en último punto vengan de la Hacienda Pública”, comenta. Este año el Banco del Bienestar recibirá 339,4 millones de pesos de recursos públicos para operar, un 5,6% más que el año pasado. De la Torre asegura que, vía el apalancamiento de Hacienda, la institución tiene una “vida artificial” y advierte de que sin este respaldo el banco quebraría.
A pesar de los focos rocos que señalan los especialistas financieros coinciden en que al ser uno de los programas prioritarios del Ejecutivo, como la refinería Dos Bocas o el Tren Maya, el Banco del Bienestar seguirá contando con el apoyo del Gobierno para materializar la ansiada red de 2.700 sucursales que ha prometido el presidente López Obrador al filo de concluir su mandato.