Secretaría de Salud. Entre corrupciones y poder.

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La persecución política, al Dr Héctor Mario Zapata de la Garza, tiene direccionamiento. Dos líneas que seguir:

Al frente de la Coordinación Administrativa de la Secretaría De Salud, de donde fue despedido el Dr Zapata, está el Ingeniero José Luis Muñoz Buentello (“El Tranqui”), oscuro personaje chihuahuense, de la factura de María Esther Monsiváis Guajardo (Secretaria de Infraestructura y Ex Jefa de Gabinete. Poderosa Subsecretaría de Finanzas en el sexenio de Humberto Moreira y brazo derecho de Javier Villarreal).

Muñoz Buentello fungió como Director de Obras Públicas de Jericó Abramo Masso, en la Presidencia Municipal de Saltillo y fue Director Administrativo de la Procuraduría de Justicia del Estado. En esos cargos y otros anteriores, en los dos sexenios Moreira, medró al amparo de su Jefa Marucha, de todos fue despedido por sus excesos. El Tranqui y los negocios son un binomio inseparable. Zapata de la Garza quiso, ilusamente, detener los negocios y se topó contra el hierro de la mujer al mando. Así lo intentaron sus antecesores y sucumbieron. Nadie puede contra las consignas de María Esther, nadie, dentro del desgobierno de Rubén.

La otra línea del poder y los negocios desde ese poder, viene del principal socio y operador financiero, Armando Luna Canales (el Villarreal del sexenio). Su cuñado (casado con su hermana), Dr Roberto Eduardo Amador Cortés, preside el Instituto de Servicios de Salud, Rehabilitación y Educación Especial e Integral del Estado de Coahuila (ISSREEI). Monstruo administrativo del Sector. Amador controla: compras, adquisiciones, dirige y audita a los directores de clínicas y hospitales, solo le falta ser Secretario y por supuesto que lo intenta… Por la perversa vía del desprestigio no de los méritos. Ya llevan tres titulares, entre “el Tranqui” y Amador (pregunten a Bertha Castellanos, a Lauro Cortés y al propio Héctor Mario).

En ese sector y en ese medio ¿Quién puede contra esos poderes de facto, cuya inmersión en el negocio del dinero del sector salud, los hace intocables? ¿Quién contra Armando Luna y quien contra María Esther Monsiváis, y… quien contra ambos? Y miren la fuerza del negocio: los tres médicos sacrificados tienen algo poderoso en común, están relacionados con la salud personal de Rubén Moreira. Les debe lealtad compartida y agradecimiento de vida y aun así, ¡gana la cartera y pierde la salud! Los tres fueron corridos por la dupla.

Pero Zapata cometió un pecado mayor que sus antecesores: quiso detener a Amador y a Muñoz Buentello. Les aguó varios negocios, les dijo que con el dinero directo para programas de salud, no jugaran.

A tiempo le advirtieron a Zapata, con quien se metía…

Hoy, el Dr Héctor Mario está desempleado y con su prestigio cuidado por tantos años, manchado. Es culpable de las muertes de infantes en el Hospital del Niño, le cargan las culpas de la Directora y del Dr Amador Cortés, Jefe y Supervisor. Las muertes por males congénitos, las revolvieron con temas administrativos para sacrificar a Zapata de la Garza. Un supuesto no pago a la empresa de limpieza, “provocaría una bacteria mortal”. Un supuesto desfalco de la Directora por varios millones, agrava el caso. El Tranqui pagaba y no pagó. Amador supervisaba y no supervisó. Los verdugos, son Rey y el dinero, no aparece.

¿Dónde están los recursos del programa de salud bucal y de tantos programas dirigidos a la gente y con mezcla de recurso federal, donde los de pagos a empresa de mantenimiento y limpieza, donde la limpieza a la nómina, que se presume plagada de aviadores? ¿Quién hace los mantenimientos a la infinidad de centros de todo tipo en el sector salud (esa caja enorme de dinero sin sancionar) y quien los cobra, aquellos realizados y muchos otros solo cobrados?

No tiene idea Jorge Verástegui la trampa frente a sus ojos, no sabe lo pronto que requerirá de médicos de su sector “al mando”, para reparar su salud. La salida de Verástegui de la contraloría (SEFIR), fue para dar todo el control faltante de auditoria estatal al tío de Armando Luna Canales, hoy nuevo Secretario de Fiscalización y Rendición de Cuentas. El círculo se cierra y Verástegui pagará los platos rotos. ¿Quiénes faltan por sacrificar en Salud, Muñoz Buentello y Amador Cortés, cómo no?

Pagarán otros desdichados que se comieron las galletas de las reuniones, “robando así al erario”. Los verdaderos campeones del negocio, dirigen el guión desde el Centro de Gobierno y desde San Lázaro.

Con sinceridad le digo a don Jorge Verástegui Saucedo, ojalá este Justiciero se equivoque y se trague sus vaticinios. Usted actuó de buena fe, y eso en política, también es pecado de omisión, pudo negarse al cargo de consolación y asumió el castigo, envuelto para regalo. Viene usted de cuatro años en la Contraloría, nuevo ya no es.

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