¿Qué pasó con la llegada del profe a la Alcaldía de Saltillo?,
gente cercana a su hermano Rubén ocupa cargos relevantes; siempre había sucedido al revés. Desde la Subsecretaría de Planeación de la SEP, el abogado (“sin cédula”, según el Registro Nacional) operaba en la Presidencia Municipal. Los cercanos a Humberto no daban crédito (si no tenían como daban) y tampoco creían lo que acontecía. Los pocos cercanos a Rubén, estaban atónitos.
La carrera por la gubernatura arrancaba irremediablemente junto con la llegada a la Alcaldía, eso no solo lo sabían los Moreira (así se había planeado). Así también disfrutaba el travieso Gober, Martínez y Martínez, ducho en las lides polacas. Así y con gastritis aguda, lo entendían los demás suspirantes, sampetrinos varios.
El candado del PRI, cuya llave es el haber desempeñado un cargo de elección popular para quienes aspiren a la candidatura a la gubernatura, empezó a ser considerado y discutido: ¿Era anticonstitucional un requisito allende la propia Carta Magna? Con la Alcaldía, el profe traía copia de la llave, pero otros no. La línea parecía tenderse políticamente. Alejandro Gutierrez, Javier Guerrero, y otros aspirantes como Don Chuy María Ramón (QEPD. Quién se había quedado en segundo sitio en la interna anterior), ya tenían cargos de elección en su curriculum ¡No era justo pero era candado!
Hemos dicho en otras ocasiones que en tanto las líneas sean paralelas, los ánimos y hasta las “amistades en política” (que nunca lo son), quedan a salvo. Pero cuando se cruzan estas líneas, las amistades acaban. Los amigos se convierten en rivales, y a partir de ese momento, se vale todo; como en la guerra y el amor. Tarde es consciente de ello el profe.
Tantas confidencias había hecho a Javier Guerrero García. “Un cierto aire en el lomo” (como decía el Ex Presidente Adolfo López Mateos que se siente la política) le advertía al profe que desde la Secretaría de Fianzas se fraguaba una competencia desleal, a según sus cálculos (y desleal porqué era su consejero político en la aspiración por la gubernatura, hecho que había requerido mucha información de los pasos siguientes, de cómo desarticular a los rivales y de cómo contener los ataques desde el segundo piso; mismos datos que ahora Guerrero podría utilizar). Tampoco podría decirse tan verde Humberto como para abrirse tanto con Javier.
Se daba de topes en la pared, y nada conseguía. Si el Jefe variaba la jugada, se comprometía el proyecto y se habría ayudado al enemigo, sin advertirlo.
Alejandro, afuera con la IP y haciendo negocios con el jefe. Los sampetrinos queriendo gobernar: pero para su fortuna los parientes estaban peleados. Pero quedaba su hasta entonces amigo y aliado Oscar Pimentel, quien de pronto sintió que podía (Eliseo Mendoza Berrueto, nacido en esa tierra lagunera, les había abierto la puerta a los hijos de San Pedro De Las Colonias). Era una capirotada política, y era amarga. Otra vez lo extraño en el esquema Moreira: Fue Rubén su hermano “inútil hasta ahora para efectos prácticos”, quien lo centró…
Había que armarse de nuevo la estrategia. “El Jefe debía colaborar”. El escenario, de un momento a otro, se volvió extraño.
Los negocios con el magisterio afloraron o desde la SEP se filtraba la información. El Gobernador Enrique Martínez, se empezó a sentir usado y le dio algunas desconocidas al profe. Los calefactos se sumaban. Los recursos empezaron a detenerse y la lisonja servil en eventos ya no fue suficiente. La política empezó a ser operada de mayor forma y a detalle por la Secretaría de Gobierno (luego caerían en la cuenta de la agudeza política del operador; que se operaba para un proyecto sampetrino, y que: “su firma, quería gobernar”).
Nada se dejaba pasar. El Alcalde se debía concretar a sus funciones y a sus competencias locales.
Nada de andar regalando camiones de basura y maquinaria chatarra a los municipios pobres y de paso dar una bailadita social para placearse (como sucede ahora con “el regala lámparas”,
claro con sus limitaciones de popularidad, la comparación es mala pero es justificadora.
Y por ello; entones ¿De qué se admiran? Humberto empezó y quizás, a Rubén se le ocurrió).
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