“El Gobierno de la Gente”… Eslogan que daba arranque a un nuevo sexenio, el de Humberto Moreira Valdés (1 de enero del 2005, al 4 de marzo del 2011, debió ser hasta el 31 de noviembre). Un sexenio inconcluso, uno de contrastes:
De amplios programas sociales, de infraestructura urbana y rural, moderna y amplia. De pavimentación y accesos a Ejidos y Comunidades Rurales alejadas. De un Gober bailador y besucón, popular. De un sencillo personaje que se acercaba a la gente, pasaba largas horas escuchando y resolviendo problemas de la gente, en sus interminables giras que llegan a cada rincón de la geografía estatal.
De Deuda millonaria e históricamente mega (que pasó de la deuda cero a los más de 37 mil millones de adeudo a Bancos, de otra deuda mil millonaria a proveedores y de una más ocultada, a los Fondos de Pensiones), de empréstitos fraudulentos. De sospechosos negocios al amparo del poder. De “señalada colusión con el crimen”.
De sesión de poder y control de áreas estratégicas y jurídicas, al hermano mayor del gobernador, quien desde el inicio de la administración, cobraba nepóticamente como Subsecretario de Gobierno y desde ahí, co gobernaba y dirigía una estrategia oculta de “poder trascendido”… EL PLAN, del gordo fachas.
El gordo, Rubén. Antes si podría ir a Laredo y a MacAllen, sin miedo a que lo detuvieran (y llevaran a Juicio en Texas).
Con su primer sueldo decente en su hambreada historia, gracias a su hermano menor y “Jefe”, se mercó unos saquitos, XX Large, en “J. C. Penney” (no había saboreado entonces las marcas de ropa, no las conocía.
Un sexenio después, se enamoraría de: Mecy´s, Saks Fifth Avenue, Dillard´s. Hasta sobrevivir en “Brooks Brothers” y sus camisas de 500 a 2000 dólares, que lo fascinan. Por supuesto, con dinero ajeno y en compras online).
La alianza estratégica de Humberto con Alonso Ancira para comprar acero para los puentes vehiculares que se construyeron como sello del gobierno, por decenas, dio réditos inmediatos. Además de la consabida mochada, le dio acceso a Carlos Salinas de Gortari, socio principal del negocio llamado AHMSA.
Salinas y sus tentáculos, pasados cinco años, lo llevaron al CEN PRI. Por supuesto hubo una primera condición, una de varias. Contratar a Pedro Aspe Armella (Ex secretario de Hacienda) como asesor financiero y, por ese magnífico conducto, distraer algunas carretillas de centavos para “invertir en proyectos ejecutivos”; liderados por otros tipos muy ejecutivos.
Oscar Pimentel González vivía las de Caín, con Caín. Había sido Jefe de Rubén en el Municipio de Saltillo y ahora era él quien dependía. Era flamante Secretario de Gobierno y su Subsecretario de Gobierno, hacia tanto gobierno, que a Pimentel no le quedaba mucho que mandar.
Bueno ni a Humberto, con eso entenderán el problemita de hegemonía ultra que se despachaba el gordo. Oscar tiene fama de político agudo, pero de paciente y callado, nada. Los diferendos empezaban a notarse. El relevo pactado (David Aguillón Rosales), calentaba el brazo y desocupaba la cartera; por lo que se ofreciera.
Las cosas tampoco iban suaves entre el Procurador, Jesús Torres Charles y el Secretario de Seguridad Pública, Fausto Destenave Kuri. Chuy Torres era aliado servil de Rubén, y Fausto, amigo de andadas de juventud, de Humberto. Rubén tenía un capítulo “del Plan”, dedicado al área de Justicia y Seguridad. Era su prioridad mandar en ese terreno y sacar la mayor ventaja posible.
Estaba Rubén más que dispuesto para hacer “el trabajo sucio” y Humberto, más que conforme con ello.
En aquel entonces, la familia era una monada. Acomodados en el negocio y hablados en lo político. Hay que decir que la sumisión de Humberto era clara y era clave. Una historia sórdida había en lo profundo, una que explicaba lo que nadie sabía y que los amigos, solo suponían.
Quieran o no, el gordo ya mandaba a sus anchas (y vamos…) en rubros estratégicos. Medio gabinete era de gente puesta por él, y otro tercio, mandado por él.
La economía del gordo cambiaba a paso veloz. Dos habitantes del Fraccionamiento Bugambilias, jugaron para el gordo. Dos casas en ese sitio, pasaron a manos de Rubén. La seca habitacional se acababa. La época de interés social terminaba.
No había ya esposa a quien necesitar para créditos ante INFONAVIT. Uno de esos “donadores voluntarios en Bugambilias”, es nieto del fraccionador.
El otro, un personaje especial (el financiador principal de la campaña, a quien, pasados los años, y con el gordo al mando; volverían a convenir, ¡en España!).