La política y la seguridad son un binomio fantasmal. Es esta una realidad que conviene tener presente para entender cómo se fue moviendo el organigrama en aquellos tiempos del poder descontrolado. Nada fue casual ni siquiera estructuralmente, las coyunturas solo fueron parte cuando fueron propiciadas. El Plan incluía mover las fichas con intenciones subterfugias y con visión espectral.
Oscar Pimentel González arranca la administración como titular de la Secretaria de Gobierno. Recordemos que es el sexenio en el que es gobernador Humberto Moreira, pero quien decide cosas y opera lo clandestino, es Ruben Moreira. ¿Qué contactos tenía Pimente entonces para acceder a ese cargo?
Pimentel González había operado La Laguna y había desactivado a Javier Guerrero y a Raul Sifuentes (sus paisanos sampetrinos), esto dicho por Oscar. Pimentel sabía de los votos reales y de los que no conocía, de los financiadores de la campaña (con los que fue “obligado a dar la cara”). Pimentel conocía de las insuficiencias del gordo fachas cuando fue su Secretario del Ayuntamiento en Saltillo. Tenía ligas con Aguas de Barcelona. Era producto de la escuela de Fernando Gutierrez Barrios (el legendario “policía nacional”) y todo lo que ello representa. En ese arranque, era el perfil ideal para el encargo, más que para el cargo.
Una Secretaría de Gobierno acotada. Sin el manejo de la seguridad y con un Subsecretario hermano del gobernador, que no dejaba pasar ni el agua… ni la de Barcelona. Pimentel pasó las de caín, con Caín. Desde ahí, se operaban estrategias y actividades extra secretariales.
No pasó mucho para que el mismo Òscar deseara su relevo. Como hemos dicho, David Aguillón Rosales, encargado de la prensa y negocios similares, calentaba el brazo, cual relevista ansioso. Pero Rubén tenía sus ideas. Ir “haciendo cochinito” era una prioridad en la que no estaba incluido el profe. Humberto cómodo, dejó que fachas hiciera de las suyas, en aras de que el trabajo sucio no lo contaminara. Y si, no lo contaminó entonces, (pero ahora que el propio gordo le deja correr los perros, está encharcado hasta el pescuezo).
La vida política y el escrúpulo de su segundo (pero primero), Rubén, le concedieron a Pimentel la salida. Se va al DF, o regresa a él, a ese casi su casa. De la chistera y en busca de chaparros, sale Homero Ramos Gloria. El relevista Aguillón, guarda el guante y enfría la bola. Homero se vio en la ruta franca de pos de su soñada alcaldía de “La Perla de La Laguna”. Su sepultura más que catapulta, eso nunca lo vio. Pero fue agachándose y a la par, construyendo una vía de lealtades extrañas con su Jefe, Rubén. En el tiempo con el gobernador de ese ayer, Humberto, emisario si acaso.
Otra efímera actividad de Homero Ramos. El subsecretario Moreira, mandaba todo, lo mandaba a él. El perfil de secretario de gobierno (con minúsculas) debía ser de nombre, el hermano del gobernador no podía ser, cuando menos de título (los títulos nunca han sido lo suyo: el abogado sin título, el profesor sin título, la maestría sin título…Ni cedulas).
¿Por qué Pimentel se va la DF a la representación (casi al ostracismo), y Ramos Gloria es enviado a la Comisión de Derechos Humanos, al ser corrido “amablemente” de la Secretaría de Gobierno? Aguillón guarda ahora la manopla de cácher, para dar paso a una jugada inesperada, llega al relevo en la Secretaría de Gobierno, Armando Luna Canales, el Superman, (era tan guapo, dicen que dijo aquel; con ese aire Gutierrez, tan altivo, “tan de ellos”).