Los negocios empezaron a ser la prioridad. El hambre de tener (poder y dinero) hacían la diferencia en cada relevo, en a cada movimiento de fichas, en cada acción gubernamental. Había que distraer “al público idiota”, idiotizado con la bailada y el populismo. Un pleito con Felipe Calderón era necesaria distracción. ¡Opéralo gordo!, ordenaba el profe, y al cabo tu odias a los ricos y a los empresarios; y a los empoderados, ¿a mí también gordito, o me quieres mucho? Se burlaba Humberto.
El gordo fachas, estaba celoso. ¿Por qué su hermano Beto se veía más bonito (y bonito no es ninguno), por qué era popular, por qué las mujeres se le abalanzaban y a él no? Molesto Rubén le pregunta a su nuevo colaborador, Armando Luna Canales… ¿Qué no se acuerda Beto como llegó al poder, “que sacrificios se ocuparon”, que sumisiones incluyeron? Gustos, por cierto, que a la postre unos superaron y otros anhelaron, asumieron como propios.
Los celos del gordo estaban desproporcionados ¿Qué más había en el fondo, que Secretos de Familia afloraban, cuáles que ni en sesenta capítulos, ni en un libro entero, acabaríamos de explicar?
Llamó al Ingeniero… ¡El Jefe quiere más!, aseguró. Toreado de financiar ingratos políticos, el Ingeniero preguntó ¿estás seguro Rubén, no hay que hablar con el profe? El gordo se confunde, pero ¿por qué hablarle al Profesor, contigo nos entendemos bien? No te equivoques gordo, me refiero a tu hermano. Aún me deben el préstamo, apeló el Ingeniero, los veinte “de regalo” estaban bien, pero recuerda que me pidieron treinta al último, que por qué Guerrero crecía.
Los funcionarios del gabinete temían al gordo, y se daban rápida cuenta del juego de los hermanos. Tres Secretarios de Gobierno llevaban y la cuenta podía seguir. Un Plan se aplicaba y una infamia se urdía. Jorge Torres López ya se veía. Los dulces se le ponían a Javier Villarreal y a Jorge Torres, uno y uno, golosos los comían.
Ismael Eugenio Ramos Flores (Chachin), en la Contraloría no daba abasto con las inconsistencias, desde entones fue el limpia cloacas en que sorprendentemente se ha convertido, (alguien que gozaba entonces de nombre en la sociedad). Era el cómplice predilecto. La prueba de fuego fue: pasarlos por la Presidencia Municipal y saquear el caudal para enriquecerse y someterlos. Que aguantaran callados todo lo que veían. (Las nuevas casas vecinas de los cuñados: Lito y Chuy, en la zona del Campestre, asombran a los millonarios. Que tipos tan ahorradores y que mamá tan generosa que les regaló todo. ¿Fue esa su salida inteligente para evadir “la invitación” y para vivir en San Alberto, por la conveniente herencia fortuita?)
Vicente Chaires empezaba a trascender de chofer a potentado. Propiedades en el Centro de la ciudad que después serían sede de Museos y rentas transexenales. La radiodifusoras y negocios afines, los compraba con sus ahorros. No era ni es prestanombres de nadie. El gordo nunca lo hubiera permitido. Y hablando de otro contacto cercano de Rubén, relacionado con la Justicia texana, aparece en escena Rolando González Treviño, hermano de RCG (hoy liberado pero como pactado en Texas, igual que Javier Villarreal, pero más enojado con estos señores. Bueno el papa’ de Villareal está muy enojado también). Lo que sabe este hombre, residente en San Antonio; pero con fuertes ligas actuales en Saltillo.
La información fluye natural. Los episodios van entendiéndose solos y con ellos, y a través de ellos, se entiende el estado actual de las cosas. Humberto distraído y de compras. Rubén atajando “la seguridad y la justicia”; haciéndose justicia, decía cínicamente.
Continuará…
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